El avión de la aerolínea española Spanair que se estrelló a fines de agosto cuando intentaba despegar en el aeropuerto de Barajas no tenía las alas configuradas para el decolaje, según un informe preliminar difundido por una comisión investigadora.
Además, la alarma que debía advertir a los pilotos sobre la situación no funcionó, lo que contribuyó a que la nave se precipitara a tierra pocos segundos después de despegar, causando la muerte a 154 personas en la peor tragedia aérea en el país en los últimos 25 años.
La nave había abortado un despegue una hora antes debido a un problema en una sonda de temperatura que la Comisión no relacionó con el accidente. En ese primer intento de decolaje, los flaps tenían una deflexión de 11 grados.
El avión había llegado a Madrid procedente de Barcelona en un vuelo que se desarrolló sin incidencias.
"Durante todo el recorrido de despegue y hasta el final de la grabación del CVR (registrador de voces de la cabina), no se registró ningún sonido relacionado con el sistema de advertencia de configuración inadecuada para el despegue", dijo el informe.
Los dos motores Pratt & Whitney de la nave "se comportaron correctamente durante toda la secuencia del accidente", resaltó la Comisión.