(Aeronoticias) Según previsiones, el número de pasajeros de avión se duplicará con creces en las próximas dos décadas. Para transportar a todos ellos, las aerolíneas ponen la mira en una tecnología que por ahora muy pocos logran que funcione a gran escala: convertir la basura en combustible.
Pero no tienen alternativa. A medida que crece el poder adquisitivo de los habitantes de países como China, India e Indonesia, recurren más a los viajes aéreos para vacaciones o negocios, lo que crea una enorme oportunidad financiera para las aerolíneas. El número de pasajeros en el mundo podría incrementarse a 7.300 millones de personas por año en las próximas dos décadas, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
Pero muchos en la industria creen que sin un reemplazo para el combustible actual, ese crecimiento podría verse amenazado por las reglas inminentes que limitarán las emisiones contaminantes de las aeronaves.
«Se trata de retener, como industria, nuestro derecho a crecer», afirmó Julie Felgar, directora ejecutiva de estrategia ambiental en Boeing, que está coordinando programas de investigación de biocombustibles sostenibles en Estados Unidos, Brasil, Australia, Japón, China y los Emiratos Árabes Unidos.
Los automóviles, camiones y trenes pueden funcionar con electricidad, gas natural o quizás, algún día, hidrógeno, a fin de cumplir con las reglas que limitan las emisiones contaminantes. Pero elevar centenares de personas, maletas y carga a 11.000 metros (35.000 pies) de altura para transportarlos de un continente a otro requiere tanta energía que solo los combustibles líquidos lo pueden lograr. El combustible de maíz, fácil de producir y que suministra casi el 10% del combustible automotor, no proporciona suficiente beneficio ambiental para ayudar a las aerolíneas a cumplir con las reglas de emisiones.
«A diferencia del transporte terrestre, no tienen muchas alternativas», afirmó Debbie Hammel, experta en política bioenergética en el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales.
Eso deja solamente los llamados biocombustibles avanzados producidos por medio de desechos agrícolas, basura o cultivos especiales que los seres humanos no consumen. United Airlines anunció el mes pasado una inversión de 30 millones de dólares en Fulcrum Bioenergy, la mayor inversión de una aerolínea estadounidense en combustibles alternativos. Fulcrum espera construir instalaciones que conviertan la basura casera en gas avión y diésel.
FedEx, que consume 1.100 millones de galones (4.100 millones de litros) de gas avión por año, prometió el martes comprar 3 millones de galones anuales que una compañía llamada Red Rock Biofuels espera producir con residuos de madera en Oregon. Southwest Airlines ya había pactado comprar parte de la producción prevista de Red Rock.
Esos esfuerzos son insignificantes al lado del enorme consumo de combustible de las aerolíneas. Las líneas aéreas en Estados Unidos queman 45 millones de galones (170 millones de litros) por día. Pero no tienen más remedio que apelar a los biocombustibles debido a que la industria corre peligro actualmente de incumplir sus propios objetivos de emisiones contaminantes, y eso es antes de las regulaciones que están considerando la Agencia de Protección Ambiental en Estados Unidos y otras agencias internacionales.
Las aerolíneas serán uno de los mayores usuarios de biocombustible junto con los militares estadounidenses —el mayor consumidor de energía individual en la nación-, que ha apelado a combustibles alternativos para contribuir a reducir el petróleo por motivos estratégicos y financieros.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/noticias/finanzas/article28037653.html