(Aeronoticias).- Se volvieron a dar el «si» Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock en su boda religiosa oficiada por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi. La boda se realizó al aire libre, en el patio de honor y los jardines del palacio, en lugar de en la catedral en la que se casaron los padres de Alberto, Rainiero y Grace Kelly, por una cuestión de espacio.
Los esposos -que se irán de luna de miel a Sudáfrica- llegaron al lugar de la unión con dos minutos de diferencia.
La ex nadadora sudafricana llevaba un vestido Armani Privé de seda blanca con una larga cola. Los invitados aplaudieron y celebraron su entrada por la alfombra roja, acompañada de su padre, Michael Wittstock. El príncipe luce un uniforme color crema.
La boda contó con alrededor de 3.500 invitados. En las filas de adelante estaban sentados los familiares de los novios, entre ellos las hermanas de Alberto -Carolina y Estefanía- y los padres de Charlene.
El patio estuvo engalanado con una alfombra roja del diseñador Kamyar Moghadam. El protocolo fue estricto: mientras que en la ceremonia civil de ayer sólo se dispuso una vestimenta sencilla y elegante, para hoy los hombres llevaron chaqué o uniforme y las mujeres, tocado.
Entre los invitados estaban los reyes de España, Suecia y Bélgica; los presidentes de Francia, Irlanda, Islandia, Alemania, Hungría y Malta; algunas protagonistas de la ópera, también algunas modelos, personajes del jet set y pilotos de la Fórmula 1.
