El informe de la Seguridad Nacional de Transporte de los Estados Unidos, dice que el componente de los motores Rolls-Royce jugó un papel clave en el siniestro de British Airways del 17 de enero del 2008, -en las cercanías del aeropuerto de Heathrow, en Londres-.
Los motores de ambos aviones perdieron energía a medida que el avión se aproximaba a la pista de aterrizaje y 13 personas resultaron heridas como resultado de ese siniestro.
Diez meses después, el 26 de noviembre de 2008, un avión de Delta Air Lines, un Boeing 777 en vuelo crucero sobre Montana, condado de Meagher en EE.UU.. cuando su motor perdió energía. Dicho avión logró aterrizar de emergencia en Atlanta, puesto que los pilotos procedieron a realizar las maniobras impartidas como resultado del incidente de British Airways en Heathrow.
En ambos casos, la NTSB (National Transportation Safety Board, por sus siglas en inglés) afirmó, que una acumulación de hielo en el mezclador de poder, bloqueó el fluido de la gasolina a los motores, reduciendo la energía de los mismos como consecuencia.
Es necesaria una puesta en revisión a cabalidad, de prioridad máxima para evitar que casos como estos se vuelvan a repetir, en situaciones –que como acá podemos observar- están por demás avisadas.
“Con dos de esos incidentes en menos de un año, creemos fuertemente que hay altas probabilidades de que vuelva a suceder”, concluyó el Senior President de la NTSB.
