Confesiones de fe y más allá

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(Aeronoticias).- Me he peleado con mucha gente en twitter, facebook y en persona por saltar en defensa del Cárdenal, del Papa, de los sacerdotes, y también he defendido a capa y espada posturas fundamentales de mi fe como la negativa al aborto, a la eutanasia, al matrimonio homosexual, … frente a amigos y conocidos que tienen posturas más «liberales» (por usar el adjetivo que ellos usan para su modo de pensar)

Y lo he hecho (y lo seguiré haciendo) mientras Dios así lo permita, por el simple hecho que mi fe (y la fe de toda la Iglesia de Cristo), no está puesta en Monseñor Cipriani, ni en el Papa Francisco, ni antes lo estuvo en Juan Pablo II, mi fe está junto a alguien que no falla: Cristo, y por eso, amo y obedezco filialmente al Pastor que – en su nombre- guía a la comunidad, y lo amo y lo obedezco cuando hace acciones brillantes y es querido por el pueblo (como lo es con el Papa Francisco), pero también lo hago cuando es poco brillante y tiene fallas propias de un ser humano, como yo.

La pedofilia, es por supuesto un crimen deleznable y que Dios (que es puro amor) repudia, sobre todo porque atenta contra sus hijos preferidos que son los niños, y por eso, quien sea que caiga en la desgracia de ser pedófilo (Cura, obispo, ingeniero, abogado o político) tiene el deber de purgar su culpa espiritual y humanamente.

En el caso de Gabino Miranda, la Iglesia ya actuó de oficio, destituyendolo del episcopado, y retirando su consagración sacerdotal, es decir, que no pertenece más al clero de Dios. Ahora, es turno que la justicia haga lo suyo y lo castigue con la severidad que su delito amerita y que él responda por las consecuencias de sus actos.

Que hay más sacerdotes pedófilos, si los hay, igual como los hay ingenieros periodistas, choferes de combi, abogados y doctores… y todos, merecen ser castigados con la firmeza que a su falta le corresponde.

Que los sacerdotes tienen el deber de ser paladines de la moralidad, enteramente de acuerdo, pero a ellos – salvo por la orden- nada les diferencia del resto de hombres, son pecadores, mortales, falibles  y concupiscentes al igual que yo, y que tú amigo, que lees esta columna.

Decir que la Iglesia ha encubierto a Miranda, si es un invento, apenas se comprobó su delito se le quitó todas las órdenes religiosas y Monseñor Piñeiro salió al frente del problema, con la vergüenza de que un hermano haya fallado, pero con la seguridad que responderá por su falta, como hombre y como cristiano.
Pero como la Iglesia es madre, aún de los más pecadores (entre los que seguramente me encuentro yo), nos ofrece consuelo y nos acompaña mientras purgamos nuestra falta, ofreciéndonos los sacramentos y oraciones.
Y eso es precisamente lo que harán con Miranda, quien es amigo de Monseñor Cipriani, porque son de la misma familia religiosa, seguramente han compartido muchas experiencias pastorales y humanas juntos, años del seminario, o de estudios en el extranjero…. por eso, que el arzobispo diga «No hagan leña del árbol caído», se lee como el ruego de un amigo por su querido amigo, que aunque sabe que cayó en falta y que debe afrontar su culpa, hace todo lo posible por ayudarlo, eso haría yo si alguno de mis amigos cae en desgracia y espero, creo, que mis amigos harían lo mismo por mi. Eso no es encubrir, eso es amar, hasta en los momentos más difíciles.

Sobre los pedófilos, creo que deben ir a la cárcel de cadena perpetua, veo a mi hermana, a mis primas, a mis sobrinas y me lleno de rabia, indignación por esas pobres criaturas que han sufrido el horror de ser violadas y no importa si son curas o políticos, merecen la cárcel.
¿Criticar a la Iglesia por un sacerdote violador? era de suponerse, solo espero que así también elogien cuando curas como Garatea en VES, Marino De Prá en Puerto Nuevo – Callao, Hugo de Censi en Chacas – Ancash, a todos los jesuitas que manejan la red de colegios Fe y Alegría y a «N» obras católicas que construyen un mejor Perú.

Extraído de Pluma Libre – Javier Contreras

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