(Aeronoticias).– No nos perdamos (ni perdamos el tiempo) en las ramas del árbol. La grave crisis por la que atraviesa el Ministerio Público y el choque entre el Tribunal Constitucional y el Consejo Nacional de la Magistratura tiene una sola fuente de conflicto: la designación del magistrado Carlos Ramos Heredia como fiscal de la Nación.
Mientras este requisito no forme parte del suelo parejo que necesitamos pisar serenamente en estos días, los saltos del CNM a la yugular del Tribunal Constitucional y las piruetas del propio Ramos Heredia por mantener las cosas como se han arreglado en la cúpula del Ministerio Público van a volverse un embrollo jurídico y político.
En verdad, lo que se mueve detrás de la ilegítima designación de Ramos Heredia es el proyecto de convertir al nuevo fiscal de la Nación en el fiscal del gobierno.
Quien quiera negarlo que lo demuestre con el paso al costado de Ramos Heredia. Este quizá nunca pensó correr tan aprisa por el cargo y hasta hubiera preferido esperar su turno, como supieron esperar muchos de sus colegas de mayor rango.
Finalmente el escogido por el gobierno fue Ramos Heredia, de un lado por sus lazos de parentesco con la primera dama, la señora Nadine Heredia, lazos de parentesco que muchos pasan por agua tibia cuando en verdad no son poca cosa, y, de otro lado, porque justamente el gobierno requiere un perfil incondicional como el suyo en su proyecto de asumir el control del Ministerio Público (en otras palabras, el control de las investigaciones penales) no solo hasta el 28 de julio del 2016, sino (reelección de por medio) por los siguientes tres años.
Con información de El Comercio – Juan Paredes Castro.