Crisis económica o crisis moral: oportunidades y anticrisis para Iberoamerica

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(Aeronoticias).- La responsabilidad de la nueva economía y democracia en el mundo, recae principalmente, en las grandes naciones. No se adelantara gran cosa con que los pueblos puedan elegir libre o nominalmente a sus dirigentes, si en la práctica los gobiernos democráticos o populares tienen que adoptar la “economía dirigida” y las ideas de los regímenes ultranacionalistas, que de ella se deriven. Los mezquinos intereses particulares de ciertos grupos de poder y ciertas empresas financieras tendrán que renovar y turbar los planes más inteligentes para la reorganización del comercio mundial y la cooperación internacional.

angelicasayan

Hay que tener la valentía de condenar al individualismo abusivo donde quiera que se encuentre, no sólo en los hombres sino también en los países. El nacionalismo económico es una explotación del aparato del estado, con el fin de promover los intereses económicos de una potencia a espensas de los más débiles.  En el aspecto moral, tal política es indefendible en cualquier circunstancia, y en un mundo industrializado es también económicamente  desastroso. Sólo con el libre intercambio nacional e internacional de forma equitativa, redistributiva y eficiente, traerá el bienestar y las condiciones necesarias para organizar la paz permanente que garantice el progreso de todos.

En estos momentos:   ¿Quién salvará al mundo?  América, compuesta por América Anglosajona y América Latina, tiene la imperiosa necesidad de preparar sus puntos para la hora de la reconstrucción, el libre acceso a las materias primas, las energías verdes y/o recursos naturales, los dominios marítimos e hidrográficos, así como la mayor productora de alimentos y reservas de hidrocarburos  del  mundo,  constituyen la oportunidad de la región, que con una superficie de 42.142.000 km2, es la segunda masa de tierra del continente después de Asia y concentra a una población de más de 920 millones de habitantes.
 
España que roza los 47 millones de habitantes (según INE), que forma parte de la Comunidad Iberoamericana y que comparte debido a su larga historia en común por haber sido territorios coloniales, debe reorientar su visión económica al fortalecimiento de las alianzas estratégicas con América Latina, así como lo viene haciendo Estados Unidos quien ejerce una gran influencia en dicha región y teniendo en cuenta que el interés de este último se encuentra también en otras regiones como Asia que alberga a más del 60% de la población mundial.

Si observamos las economías emergentes de América Latina, nos encontramos que los países andinos como Perú y Colombia,   tras la novena ronda  de negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea celebrada en Bruselas, cerraron con éxito dicho acuerdo, que entraría en vigencia en el 2012,  el cual  abre nuevas perspectivas para las exportaciones agrícolas, pesqueras, automotor, maquinaria, vinos y bebidas, así como los servicios de telecomunicaciones, bancarios, etc.  Resaltando el compromiso de una economía que respete los derechos humanos y el medio ambiente.

La economía  de Perú hay que destacarla,  por ser un país estable, atractivo y seguro para las inversiones, ya cuenta con tres calificaciones de grado de inversión de la DBRS,  Fitch y de S&P, así como importantes Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, China y otros países; siendo el Perú el principal destino de la inversión China al superar los US$1.400 millones  y  habiendo logrado con este último  acuerdo  con la Unión europea que el 80% de sus productos industriales y de pesca se liberalizaran en la Comunidad  europea.  Es que su ubicación geoestratégica privilegiada,  su ecosistema  y su política económica de mercado responsable, eficiente y redistributiva, los convierte en los nuevos líderes regionales y el modelo alternativo de América Latina.

Debemos entender en principio que el respeto a la persona humana es fundamental en una sociedad moderna, y proyectar de esta manera el futuro productivo de la región, mediante  una economía sustentable y racional. Nuestras riquezas naturales y la diversidad  constituyen el potencial diferencial del resto del mundo, pero  necesitamos organizarnos mejor y  empezar a redistribuir esa riqueza y ese capital como corresponde.  La nueva economía y el derecho se basan hoy en día en la correcta aplicación de las regulaciones y legislaciones, en la política consensual de crecimiento y desarrollo, en el liderazgo horizontal compartido que permita la adecuada toma de decisiones y responsabilidades, en la política de incentivos que oriente el uso eficiente del medio ambiente, y  por sobretodo en la integración social, la solidaridad  y la unidad continental.

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