El sólo hecho de viajar a Pucallpa ofrece un abanico de posibilidades enigmáticas en un mismo lugar. Su nombre lo dice, Pucallpa que significa “ Tierra Colorada” en su autóctono idioma shipibo, coincide con su encendida variedad de atracciones turísticas, en lasque desde un principio destaca la bienvenida que nos ofrecen sus siempre entusiastas habitantes.
Son las radiaciones de su intenso sol que ilumina la ciudad durante todo el año, las que influyen en la capacidad de seducción que goza su gastronomía y exóticos licores.
Visitar Pucallpa implica de antemano ser partícipe de un mundo con una cosmovisión mística, donde su gente mantiene inalterables sus ritos ancestrales llenos de magia y misterio.
Al remontarnos en la historia, encontramos que este fascinante centro turístico de la selva ha sido siempre un territorio inaccesible para los Incas y Españoles, por lo que nunca permitió ser colonizado por entes foráneos a la zona.
Entre sus inmediaciones se vislumbra una amplia diversidad de flora y fauna que se albergan en sus distintos accidentes geográficos como el Boquerón del Padre Abad, que da vida a opulentas cascadas que nacen de las más altas quebradas, abundantes espejos de agua que reflejan el cielo ante los pies del turista.
La Laguna Yarinacocha acoge entre sus aguas de manantial a comunidades Shipibas llenas de tradiciones que conservan celosamente y aún continúan compartiendo con el mundo exterior.
Desde el punto de vista de su Cosmovisión, los Shipibos destacan la presencia de Ronnin, serpiente cósmica, como motivo principal de su arte, aplicándolo en cerámicas y mantos textiles, donde dibujan figuras lineales que representan los laberintos de la selva. Mientras más larga sea la serpiente es motivo de mayor admiración. Un mito revela que este animal mostró su piel a la mujer y por eso, sólo puede ser ella la que visualiza los diseños y es por ello que los plasma en su artesanía.