EL CINE PERUANO DE NUESTROS DÍAS

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“La teta asustada” y “El premio”, dos propuestas distintas, dos historias distintas, pero unidas por un vínculo en común

En esta primera mitad del año se han estrenado en Lima dentro del circuito comercial, dos largometrajes con corazón peruano, “La teta asustada”, de Claudia Llosa y “El premio”, de Alberto Chicho Durant (además del valioso documental “Lucanamarca” de Héctor Gálvez, que tuvo un fugaz paso por la salas limeñas). El primero, en la primera quincena de marzo y el segundo el último día del mes precedente. Ambos tuvieron su pre-estreno en poblaciones apartadas del ‘centro’ de la capital; en el caso de “La teta asustada” en el distrito de Manchay a las afueras Lima y en del “El premio”, en el poblado interandino de Pariamarca en Canta. En ambos casos se improvisó una proyección al aire libre y los pobladores tuvieron la oportunidad, en muchos casos de ver por primera vez una película y reconocerse en ella (son zonas de extrema pobreza), viviendo de seguro una experiencia inolvidable y llena de gratitud de parte de los productores cinematográficos. Ambos lugares sirvieron de locación para rodar escenas de dichas películas.

Ahora bien “La teta asustada” arribó a Lima precedida de un gran palmarés, de haberse alzado con el Oso de oro a la mejor película en la última Berlinale, máximo premio otorgado por el festival germano, ya ante su sorpresiva inclusión dentro de la competencia oficial del Festival de Berlín, su directora expresaba su satisfacción, de compartir la sección con consagrados como el chino Chen Kaige, el inglés Stephen Frears, o maestros como Bertrand Tavernier, Costa-Gavras, François Ozon o Andrzej Wajda y jóvenes promesas del cine como Rachid Bouchareb, Mitchell Lichtenstein y el locales Tom Tykwer y Hans-Christian Schmid, todo un triunfo a priori. Cabe recalcar que el festival de cine berlinés, es uno de los más importantes del mundo, aunque en los últimos años a perdido trascendencia y caído en la mediocridad, muy especialmente en su última edición.

Por su parte, “El premio” se publicitaba con un cartel bastante ambiguo o muy confuso, “premio a mejor película en el Festival de Cine Peruano de París 2009”, que uno no sabe muy bien que es eso o que valor real tiene. En la quinta edición de este festival, esta película destacó sobre las fallidas “Dioses” y “Pasajeros”, la soporífera “El acuarelista”, con este “gran merito” se promocionaba la película de Durant, secundada de un provocativo trailer, que despertaba la emoción de los más escépticos y de los más incautos también. Bueno, esto de los premios festivaleros, son como el rating o la crítica, mientras más te favorezcan, son excelentes y valederos, pero si te dan la espalda y son implacables con tu obra, dirás algo como: “son gente frustrada y amargada, la cual no tiene ninguna credibilidad”. Durant se alegra en un programa en vivo mientas promociona su película (El perro del Hortelano, conducido por César Hildebrandt) al recibir la noticia que el XII Festival de Cine de Málaga, no había recibido reconocimiento alguno; mientras Llosa y Solier, luego de recibir su galardón, tienen una exposición inusitada en la pantalla chica, periódicos, radio, etc., y la prensa le da tanta o más cabida como hoy a los Jonas Borthers, antes de Berlín nunca les importó a la “televisión basura” sobreviviente de la dictadura fujimorista.

Si de ambigüedades se trata, “La teta asustada” juega desde su visión más comercial –el cine cada día deja de ser arte–, donde sus productores españoles (muy audaces ellos) la presentan en la Berlinale como una película peruana, para sacar partido a la consideración de los criterios que se manejan en este tipo de festivales, donde se valora el exotismo, la mirada “sincera” a las realidades remotas del “primer mundo”, y todo ese rollo del multiculturalismo, entonces “una película venida del país de los Incas”, suena bien y además, si habla del sufrimiento de una mujer andina en la marginalidad, aun mejor; el marketing al servicio de un gran negocio, diremos para empezar que el segundo largometraje de Claudio Llosa nace con un D.N.I. más o menos espurio, pero “El Premio” también es fraudulento, se vende en su avance como una película que ofrece de todo, como en botica (de eso se tratan los trailers, su objetivo es vender hasta el bodrio más insufrible, una vez comprado el producto ¡ya no hay devolución!) avance cargado de acción, drama, erotismo, violencia, hasta uno de los personajes dice con gran desparpajo “esta es la chamba perfecta: cine, negocio y sexo” entonces sabemos que no será una gran película –no pretende serla tampoco– luego, la verdad te despierta de la ilusión.

En el caso de Alberto Chicho Durant, no se trata de un director novel, es su sexto largometraje, en su filmografía destacan títulos como “Alias la gringa”, dicen algunos, un film estimable, criterios que este servidor no comparte, está “Coraje”, un gran error, menos errática “Doble juego”, en algo divertida pero mínima e igual que sus otras obra, de los cuales no vale la pena ni hablar, así y todo se considera a Durant como uno de los cineastas más “representativos” –vaya representatividad de nuestro cine– de una generación liderada por Pancho Lombradi, a fuerza de qué, de rodar películas con cierta periodicidad, debemos suponerlo, algún otro mérito no avizoramos (y perdón por la miopía, quizá me ciegue con la estela luminosa, de este “artista” más conocido como “Chicho”, con cariño).

Claudia Llosa, radicada en España hace un tiempo y es producida entusiastamente, con financiación hispana, es un talento en ascuas del cine mundial; con su opera prima “Madeinusa” –cada nombrecito más pelicular que el otro– en su debut cinematográfico, Llosa que estuvo acompañada también por la talentosa Magaly Solier, que no solo actúa sino también canta. En aquel lejano 2006, “Madeinusa” se presentó con éxito en diferentes festivales como Sundance, Rótterdam o Mar del Plata (la película “peruana” más premiada), y cuando llego la hora de su estreno en el Perú, causó una conmoción, rompiendo un debate acalorado y muy alejado de valores cinematográficos que pudiera tener esta ficción, sino más bien llevado a terrenos antropológicos, en donde los defensores de los derechos andinos y de la etnicidad , se encendieron en la moralina los patrioteros, brotando de todo esto las ideologías más extremas a relucir, conclusión: la intolerancia y la división venció, contribuyendo a la fragmentación de nuestra una sociedad.

Volviendo al presente, toda esa exposición en los medios de “La teta asustada”, mencionada anteriormente, tuvo como positivo, despertar el interés masivo, llevando a las salas una cantidad considerable de espectadores, trecientos mil aproximadamente. Si bien, el consumidor promedio de cine, no tiene mucha idea de lo que representa un festival o qué es el Oso de oro, mejor acondicionado a los Blockbusters y engullir pop-corn, en su curiosidad se enfrentó una película de cierta exigencia, en clave baja, intimista, que narra el drama de una joven que transcurre en un viaje de redención, de una emancipación hacia la libertad de ese pasado traumático, propio y colectivo; propuesta que llega a sensible, pero que muchos espectadores despierta risas y aburrimiento, muestra de olvido de nuestro reciente pasado sangriento. “El premio” sigue su estadía feliz por tercera semana consecutiva en cartelera (ya 40 mil espectadores), con sus “buenas intenciones” de querer ser realista y ser un testimonio artístico de una realidad de la Lima actual, son tan sólo eso, porque el cine con las buenas intenciones no alcanza. El facilismo y lo chicha vende, ambas películas las vincula la generosidad del peruano que es descomunal, no se debe abusar de ella.

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