(Aeronoticias).- En su mensaje de Cuaresma el Papa ha dicho que este tiempo es una oportunidad para abandonar el egoísmo y las ataduras a las posesiones. “El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir”.
El Papa ha recordado también que una buena manera de prepararse para la Pascua es la práctica de la lectura de la Palabra de Dios. Las lecturas del Evangelio de los domingos de Cuaresma, dijo, “nos lleva a un encuentro particularmente intenso con Cristo”.
La lectura del primer domingo revela la condición humana. Jesús lucha contra sus propias tentaciones y, a través de esa batalla, los cristianos pueden descubrir sus propias debilidades humanas y la necesidad de la Gracia.
En el segundo domingo el Evangelio se centra en la Transfiguración que no sólo presagia la Resurrección, sino que permite que la comunidad cristiana se dé cuenta de que Cristo es su líder. También es una invitación para dejar a un lado las preocupaciones diarias y ponerse en presencia de Dios.
El tercer domingo de Cuaresma relata la historia del encuentro de Cristo con la samaritana. El Papa afirma que este pasaje ilustra la pasión de Dios por la humanidad. También recuerda que sólo Dios puede satisfacer y llenar el vacío que tantos hombres y mujeres actuales sienten.
El cuarto domingo de Cuaresma se podrá leer la curación del ciego. Este milagro muestra que Cristo no sólo quiere curar físicamente, sino también iluminar los rincones oscuros de las vidas de las personas. A través de esa luz de la verdad llama a todo el mundo a vivir como “hijos de la luz”.
En el quinto domingo de Cuaresma se lee la historia de Lázaro y su resurrección. El Papa comenta que la resurrección de Lázaro es la manera en que Cristo dice “Soy la Resurrección, ¿crees esto?”. Es el momento en que la comunidad cristiana pone todas sus esperanzas en Cristo.
Al seguir el “modelo de Su muerte” meditando la Palabra de Dios, haciéndola vida en nuestras vidas, convirtiendo el odio en amor, el pecado en virtud, se opera en nosotros la conversión que nos lleva a vivir como auténticos hijos de Dios . La Pascua se convierte verdaderamente en un nuevo comienzo cuando los cristianos llegan al Triduo Pascual siguiendo el ejemplo de Cristo.