El Perú tiene un torero: Juan Carlos Cubas triunfa en Acho

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(Aeronoticias).- Con más de tres cuartos de plaza se realizó la segunda de feria, primera corrida de toros. Se lidiaron 6 ejemplares colombianos de San Esteban de Ovejas, ganadería debutante en Lima, con divisa oro, plata y verde. Toros de buen tipo, de diverso comportamiento, desde el difícil quinto -el más serio y mejor armado-, hasta alguno sosote; algunos haciendo muy buena pelea en los caballos empujando con los riñones y más de uno comportándose como si tuvieran exceso de corrales.

Partieron plaza el francés Juan Bautista -quien debutaba como matador de toros en Acho-, vestido de azul y oro y los peruanos Juan Carlos Cubas, de barquillo y oro con cabos negros y Alfonso de Lima, de grana y oro.

 
El Perú tiene un torero
 
Juan Bautista se mostró como un torero cuajado y con clase, pudiéndoles a dos toros de distintas características. Al primero -el de más peso de la corrida-, lo torea  por verónicas jaleadas y lo lleva por chicuelinas al caballo, colocándolo con un bello y torero remate. Con la muleta inicia bien por bajo, pero el toro viene a menos y luego demora con la espada escuchando pitos. En el cuarto, que se queda entero por falta de pica, se va haciendo del toro poco a poco y nos muestra el por qué de los triunfos alcanzados en Madrid y otras plazas importantes. Hay pases mandones y otros lentos con la derecha, llevándolo muy toreado y dejándole la muleta en la cara. Vuelve a estar poco acertado con la espada, pero escucha ovación al término de su faena, lo que se repite merecidamente a su salida de la plaza.

Alfonso de Lima, tercer Espada, ha derrochado voluntad toda la tarde. Su primero un toro sosote no permite lucimiento, no obstante el torero cumple, escuchando leves palmas. En el sexto sale a por todas, recibiéndolo de rodillas, llegando a dar hasta cuatro afarolados. Hay emoción y fuertes palmas.  El toro llega con fuerza a la muleta, y el diestro realiza una larga faena en la cual hay algunos buenos derechazos pero resulta intermitente y con muchos cambios de terreno, pues no termina de apoderarse del toro. Entra a matar y señala un pinchazo del cual sale perseguido y es atropellado y fuertemente golpeado, quedando conmocionado. Al segundo intento es nuevamente perseguido y al saltar al callejón el torero vuelve a golpearse fuertemente. Finaliza de una estocada entera en buen sitio y culmina con el descabello al primer intento. Da una vuelta al ruedo entre algunas protestas.

Hemos dejado para el final el comentario sobre la labor de Juan Carlos Cubas. Su actuación de ayer no hace sino ratificar lo que le vimos el año pasado en la Feria. Nos demostró que es un muy buen torero y que tiene la virtud de entender a los toros. A diferencia de la Feria anterior, donde el ganado -si bien serio-, ofrecía mayores facilidades que el matador supo aprovechar, en esta ocasión se encontró con dos animales que no ofrecían lo mismo. En su primero, que brinda al público, toreó con conocimiento, luciendo el poder de su muleta, dominando siempre al toro. Su faena tuvo, a nuestro juicio, la medida justa de lo que el toro requería. Corta una muy merecida oreja. El quinto, el más serio y difícil ejemplar de la corrida y muy bien armado, demuestra peligro desde la salida -probando mucho en el capote, no dejándose picar y huyendo de los caballos-, hasta que por fin César Caro lo logra fijar en un buen puyazo. Es claro que el torero peruano venía muy dispuesto. El toro tiene mucho sentido pero le planta cara y logra varias series con la derecha e incluso naturales donde lo obliga a pasar. El peligro era evidente y el torero, deseoso de redondear el triunfo arriesga excesivamente hasta que llega el inevitable momento de la cogida. Es aparatosamente volteado y resulta corneado en la cara posterior del muslo izquierdo. Alfonso de Lima le hace un torniquete con su corbatín y el diestro huancaíno, herido, vuelve al toro en una demostración de pundonor y de casta torera. Logra alguna serie más derrochando valor y luego entra a matar clavando lamentablemente muy abajo. Culmina con el descabello y se concede una oreja que recibe antes de ser  conducido a la enfermería –creemos que excesiva por la ubicación del estoque-, por lo que la cuadrilla da la vuelta al ruedo con ella. Al término de la corrida, el Dr. Andrés León –jefe del servicio médico de la plaza- nos informa que la cornada ha tenido dos trayectorias de 10 cm., una ascendente y la otra descendente, pero afortunadamente en planos superficiales que no comprometen vasos importantes. El pronóstico es reservado y el diestro, que fue intervenido bajo anestesia general,  es internado en una clínica local.

Creemos que lo realizado por Juan Carlos Cubas nos demuestra el grado de madurez al que ha llegado y, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar -como titulamos esta crónica-, que el Perú tiene un torero; un torero que es capaz de brillar en cualquier plaza del mundo y ojala hubiera la oportunidad necesaria para verlo anunciado en otras plazas de América e incluso de España.

Finalmente, no podemos dejar de expresar nuestra extrañeza y preocupación por el comportamiento de algunos sectores del público, que demuestran un notorio desconocimiento de la fiesta y que con su actitud hacen que nuestra plaza pierda categoría. Quienes amamos la fiesta y nos enorgullecemos de tener una plaza con tanta solera y una afición tan reconocida como entendida, debemos lamentar que ayer  fue desbordada por palmoteos de mal gusto con la música, las pifias ante la salida de los picadores y la petición mayoritaria de trofeos para una faena rematada con una estocada defectuosa, por citar sólo algunos ejemplos. Esperemos que ello no se repita y que en las próximas corridas podamos comentar un comportamiento más serio del público y digno del prestigio y del respeto que merece la Plaza de Acho.

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