Según señala Andina, Valerie Schroth, joven especialista en repostería y una de las principales impulsoras de la tradición dulcera en el país, dijo que los dulces peruanos, en general, han sufrido muy pocos cambios a los largo del tiempo, desde que surgieron en los conventos de la época virreinal.
Además indica Andina, que durante una charla explicativa sobre los denominados «postres de convento», Schroth reseñó que estos tuvieron su origen por intermedio de las monjas albergadas en los monasterios, quienes dedicaban varias horas a la repostería y dominaron la técnica.
“En esa época el 20 por ciento de las mujeres ingresaba a los conventos para tener vida de monja, sobre todo en el siglo XXVII, porque ahí recibían su formación y su educación”, remarcó la especialista, mientras preparaba una «Ponderación con ensaladilla de chirimoya».
Precisamente esta fruta oriunda del Perú, así como la lúcuma, se encuentra entre las más versátiles para la preparación de diversos manjares, como los alfajores, los suspiros de monja y dulces de leche, que deleitaban hasta a los mismos virreyes.
No obstante, Schroth, quien formó su propia empresa “Dulce Fusión” y asesora en pastelería, reconoce que los españoles aportaron insumos tan importantes como la leche y el azúcar, que en algunos casos son la base de emblemáticos postres nacionales como el arroz con leche.
“Podríamos hablar, en ese sentido, de postres mestizos. Ya después pudimos ponerles pisco, o usar las frutas versátiles como la lúcuma en helados, cremas o en cheese cakes horneados o fríos, que nos gustan mucho a quienes somos dulceros”, expresó.