Enrique Ponce: El maestro dictó su cátedra ayer en Acho

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(Aeronoticias) Mucho ambiente previo a la tercera corrida de toros de la Feria realizada ayer en Acho, en la que se presentaba un cartel con 3 figuras del toreo y el ganado de Roberto Puga. A las 3.30 de la tarde la Plaza se veía casi llena; lleno en sol y pocos claros en los tendidos de sombra. Parten Plaza Enrique Ponce, de grana y oro, Sebastián Castella, de celeste turquesa y oro, y Miguel Ángel Perera de azul pavo y oro. Gran ovación al término del paseíllo y los tres espada saludan al público.

El ganado de Roberto Puga ha decepcionado esta vez; no tanto por su bravura, que de una u otra forma algunos ejemplares la tuvieron, sino por su presentación. De los 6 toros titulares, 4 eran bizcos, la mayoría muy jóvenes y dando ajustadamente el peso según la tablilla, aunque a los ojos de aficionados que de esto entienden, se dudaba de la veracidad del peso anunciado. ¿Desecho de cerrado? De bravura destacaríamos al sexto, un burraco muy en tipo de la ganadería aunque de poca presencia, metía la cabeza humillando mucho y muy suave, sin embargo su bondad, al límite de la suavidad lo mostraba inofensivo y con ello carente de emoción para la faena.  El primero, un colorado girón, el de más cuajo de la corrida, el único diríamos, desde la salida mostró mansedumbre. Saliendo de la pica ya no se movía.  Enrique Ponce, a fuerza de voluntad llegó a hacer embestir al toro que parecía un mulo con cuernos. El segundo, un castaño de muy poca presencia era un tren desde la salida. Al entrar al caballo y recibir un buen puyazo de Caro hijo, parece que se estrella contra el estribo y sale con el pitón derecho partido hasta la cepa, Hay protestas del público pidiendo el cambio, se ven gestos de Castella exigiendo el cambio del toro y se planta el torero a un lado hasta que el Juez en contra de lo que manda el Reglamento ordena el cambio. Sale el primer sobrero, un castaño muy cómodo de cabeza y aun no cuajado. Los demás, en general chicos y con menos trapío que los novillos lidiados en la primera corrida. Ello originó que durante la lidia del quinto toro y a ratos en el sexto, los gritos a coro de “Puga estafador” atronaran el ambiente de la Plaza. A lo largo de la tarde también se escuchó gritos de novillero al espada de turno. No entendemos cómo un ganadero exitoso arriesga su prestigio presentando un encierro como el que ayer mandó a Acho Roberto Puga.                                

Enrique Ponce vino una vez más a mostrar su magisterio. A su primero lo hizo embestir a la muleta cuando parecía que donde el toro clavó las pezuñas no se volvería a mover No obstante, el diestro de Chiva lo metió en la muleta y le sacó algunas series con la derecha. Creo que solo Ponce sería capaz de hacer embestir a ese toro como ayer lo hizo. Mata pronto y hay ovación para el torero que tiene que agradecer  desde el tercio. En el cuarto hay buenas verónicas y con la muleta una faena llena de hondura, en la cual con mucha paciencia fue metiendo al toro en la muleta, haciendo una faena larga pero llena de torería. Gran faena que corona de estocada en buen sitio, el toro cae y le otorgan dos orejas que pasea en la vuelta al ruedo durante la cual se escuchan los gritos de torero, torero. Muy emocionado Ponce agradece desde el centro del ruedo y al término de la corrida recibe el trofeo del chalán de plata como triunfador de la corrida que es la de la Beneficencia.

Sebastián Castella tuvo mala suerte. Su primero, un pequeño castaño, salió muy alegre pero  como ya hemos reseñado, se partió un pitón y fue antirreglamentariamente cambiado. El sobrero, castaño con menos presencia aun deslució la faena pues además de su falta de trapío  mostró cierta sosería. El quinto, un burraco chico tampoco permitió el lucimiento del diestro francés. En este toro cuando se iba a iniciar la faena de muleta se tiró al ruedo un espontáneo que fue retirado rápidamente.

Miguel Ángel Perera ha estado bien, siembre con su estilo de toreo muy cerca del toro quedándose muy quieto. En el tercero de la tarde realiza una buena faena pero al matar la espada se va abajo y con una estacada muy caída cae el toro con la inevitable hemorragia. Increíblemente se premia con las dos orejas. En realidad nos parece extraño que por una faena hecha a un ejemplar sin trapío y se mate de una estocada muy caída, se le pida fuertemente las dos orejas, pero más extraño aun y criticable la actitud del juez de ceder a la presión y dar una segunda oreja, prescindiendo de la categoría de nuestra Plaza. Parece que el juez ignora que la petición del público, poco entendido en esta oportunidad, es solo para la primero oreja y el resto es a criterio del Juez. Nos preguntamos, ¿….y  los asesores taurinos? ¿Es que no hay autoridad en la Plaza?

En el sexto la faena se desdibuja por la excesiva bondad del toro en cuyo comportamiento destacamos su galope inicial y la forma de humillar que comentamos antes. Hay aplausos finales.

Enrique Ponce: El maestro dictó su cátedra ayer en Acho

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