Ike llega justo 10 días después de que el huracán Gustav obligó a 2 millones de personas a huir de la costa de Luisiana y amenazó a Nueva Orleans, que aún se recupera de la devastación causada por Katrina.
"El mensaje más importante que puedo enviar es: no tomen esta tormenta ligeramente," dijo el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Michael Chertoff, en Washington. "Esta no es una tormenta con la que se pueda apostar," expresó a la agencia Reuters.
"Si usted cree que puede resistir la tormenta y está viendo acercarse una ola de 20 pies (6 metros), piénselo dos veces," dijo Bill White, el alcalde de Houston, cuya extendida ciudad de dos millones de habitantes tiene zonas en extremo peligro.
Los residentes de Galveston, donde un huracán en 1900 fue el desastre climático más letal en la historia de Estados Unidos, miraban hoy con nerviosismo cómo las olas golpeaban contra el muro de la costa y bañaban una carretera.
"Nunca había visto nada así antes. Estoy asustado. Me voy," dijo Roy Patel, administrador de un hotel que había tapado con paneles de madera las oficinas del Economy Motel frente al mar antes de montarse en su automóvil e irse.
El precio de los futuros del crudo estadounidense subió 0,50 dólares hasta 101,38 dólares por barril.
La consultora privada Planalytics preveía "posibles grandes daños de largo plazo en las grandes ciudades de refinerías".
El cargo con bandera chipriota Antalina emitió un llamado de emergencia tras perder propulsión a 145 km al sudeste de Galveston, dijo a la Afp el guardacostas Tom Atkenson desde Texas.
"En estos momentos nuestra capacidad de respuesta es limitada. Estamos considerando las opciones sobre cómo podemos dar asistencia", dijo Atkenson, señalando que el cargo estaba en aguas profundas.