¿Mi cuerpo, mi decisión?

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(Aeronoticias).- Hace un mes, el Centro Histórico de Lima fue escenario de una manifestación realizada por diversos colectivos pro aborto, izquierdistas y miembros de la comunidad LGBT, en una marcha que exigía la despenalización del aborto en casos de violación sexual.

Esta campaña pro aborto se viene desarrollando desde hace varios meses y lleva por título: «Déjala Decidir». Se trata de una consigna basada en un concepto ideologizado, reflejado en una conducta hembrista que reprime y atenta contra el feminismo tradicional y su ética de igualdad de derechos para ambos sexos.

Sucede que ciertas facciones del feminismo se han deformado por influencia de intereses económicos y políticos, de modo que hoy, en lugar de velar por los derechos humanos, utilizan como estandarte a los centros promotores de la carnicería humana legal, con la venia del gobierno de turno.

Cuando las “feministas” hablan de derechos de las mujeres, exigen algo que las pioneras del feminismo tradicional rechazaban en todo momento, la despenalización del aborto bajo cualquier causal, pues ellas reconocían que el concebido es tan inocente como la mujer que lo lleva en el vientre.

Los tiempos cambian, pero los valores permanecen inamovibles, más aun cuando se intenta implantar una cultura de muerte e inhumanidad contra el indefenso, quien ya a la octava semana se está chupando el dedo pulgar. Pero no, para ese sistema perverso con fines lucrativos y egoístas es tan sólo una «bolsa de células».

¿Cómo decirle a la mujer que «decida» sobre su propio «destino» (aborto), si antes no le damos las opciones por las cuales ella, en calidad de víctima (en caso de violación) pueda superar el trauma a mediano o largo plazo, recibir asistencia médica, acompañamiento y entregar al niño en adopción, si lo desea?

Debido a este cuestionamiento, los colectivos “feministas” nos llaman prejuiciosamente «hipócritas», porque proponemos posibles soluciones antes que la muerte del indefenso, pero les remuerde la conciencia cuando se les llama asesinos en potencia, por lo que demandan despenalizar el aborto.

Si hablamos de formas de adopción y ayuda psicológica, entre otras posibles formas de ayudar a la mujer, exigen de frente y sin reparo que los provida se hagan cargo de todo, mientras ellos no mueven un solo dedo por la mujer y el niño.

Y claro, sino hay que interrumpir el embarazo, porque ese bebé es hijo de un violador, nacerá en un hogar muy pobre y será infeliz. De eso se trata el pensamiento abortista, «prevenir» antes que lamentar su nacimiento, es decir, se ve al niño incluso desde antes de que nazca con prejuicios y falsas acusaciones.

Hasta de futuro violador llegan a tildar estos personajes al niño, con el fin de acallar su conciencia frente a lo que hacen, para negar libremente que está mal y es un crimen. Esa absurda idea de resolver la violencia con más violencia no es parte de la cultura que busca el progreso, por el contrario, inciviliza a la sociedad, la denigra y la vuelve más insensible.

Los colectivos provida proponemos opciones al aborto, ellos sólo proponen dos cosas: tener a ese bebé y cuidarlo como se pueda o matarlo «interrumpiendo» un embarazo, luego hacer como si nada hubiese sucedido. Así sin más, cero denuncias, cero tratamientos psicológicos, cero maternidad y cero apoyo social.

Si a estos grupos «feministas» de verdad les importaran las mujeres, ya habrían creado, con los millones de dólares que reciben del exterior, centros de acogida y ayuda para mujeres embarazadas de escasos recursos o víctimas de violación, pero no.

Ellos se van por el lado más rentable del asunto, el negocio está a las puertas del Congreso y los ingresos económicos que trae consigo son bastante jugosos.

A los colectivos «feministas» no les importa la realidad de las mujeres y los niños, ¿qué pasa con las mujeres que han sido violadas y no han quedado embarazadas? ¿Qué dice su proyecto de ley en cuanto a esta situación? ¿Y así dicen ser la voz de todas las mujeres violentadas?

La verdad, sólo les interesa el lucro que está de por medio, en caso de que se apruebe dicha norma. La primera interesada será la industria farmacéutica; los segundos, los médicos que practican abortos clandestinos y publican los famosos cartelitos que dicen “atraso menstrual”, ellos correrán a regularizar sus instalaciones para continuar con el negocio de forma legal.

El aborto mueve millones de dólares en Estados Unidos y en los países donde está legalizado. No resulta novedoso notar cómo los abortistas se rasgan los mandiles y guantes quirúrgicos con el fin de que se apruebe dicho proyecto de ley.

Aquellos progresistas que disfrazan ese crimen de «derecho», saben muy bien que el aborto no desviola ni mucho menos devuelve la dignidad a la mujer, por el contrario, la violenta por segunda vez, la sume más en su depresión (trauma post aborto), ya que dirige una forma de venganza contra la otra víctima, su propio hijo, por lo cual se autocastiga de manera inconsciente.

Es momento de luchar

Luchemos juntos por un Estado que proteja, garantice y defienda a las mujeres y a sus hijos desde la concepción, sin discriminarlos por la forma en que hayan sido concebidos, oponiéndonos a que se los utilice en función de causas tan ruines.

Luchemos juntos porque las ONG’s ‘feministas’ no violen el derecho a la vida y se concentren en defenderla sin exclusiones.

Luchemos juntos por la libertad de decidir lo mejor para nosotros, sin que ello sea un atentado contra la vida de los más inocentes.

Y tengámoslo claro, hipócritas son aquellos que, ante las posibles alternativas de salvar una vida, ven trabas a sus más profundos egoísmos bajo el falso concepto de «decidir» algo que jamás será un derecho, el derecho a eliminar vidas inocentes.

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Edición: Mariella Ego-Aguirre.

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