(Aeronoticias).- El laureado peruano José Santos Chocano decía: ”Si el ande es el gran silencio, la selva es el gran murmullo”. Pues bien, ahora esa parte de nuestra selva nororiental que tanto amaba Carlos Gonzales Henríquez ha enmudecido ante su súbita y misteriosa muerte.
Gonzáles no solo era un próspero empresario, dueño de una cadena de centros turísticos en la selva de Yurimaguas (Puerto Patos), Amazonas, (Puerto Pumas) y Tarapoto (Puerto Palmeras), si no que también era un ardiente patriota y un convencido que estas joyas de la naturaleza debían ser conocidas por todos. Por eso decía: “El paraíso existe y está en la selva peruana”.
Nosotros lo conocimos precisamente en Puerto Palmeras, donde se llevó a cabo un congreso de los Controladores de Tránsito Aéreo del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez y de inmediato nos dimos cuenta que poseía un espíritu fraterno y solidario con todos sus huéspedes a quienes trataba con singular cariño.
Gonzales también fue un líder y un caudillo para los pobladores de nuestra selva nororiental a quienes visitaba con frecuencia, incluso a caballo, llevando su mensaje de optimismo sobre el futuro de la amazonia peruana. A propósito, acostumbraba decir: “Lo mejor del río Amazonas está en el lado peruano”.
Este gran hombre ya no existe físicamente en esta tierra, pero su espíritu seguirá navegando por los ríos amazónicos y también cabalgando, abriéndose paso entre la espesura de nuestra selva llevando su bandera de peruanidad por los pueblos que tanto amó con el celo de un auténtico caudillo o de un cacique, como le gustaba llamarse.
¿Murió de un paro cardíaco o envenenado por sus enemigos, cegados por la envidia de sus conquistas empresariales? El caso es que si esto último ha sido así esos enemigos también son enemigos del Perú porque han dado muerte a un gran patriota.
