(Aeronoticias) La última resolución (2218) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el Sáhara Occidental es frustrante para la paz y la defensa de principios y valores. Si bien deja intacto –ya sería el colmo si no lo hubiera mencionado- el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, lo deja indefenso ante la grave violación a los derechos humanos y el uso de la tortura por parte de Marruecos, además que no dice nada del saqueo que perpetra a sus recursos naturales.
Si bien la resolución fue aprobada por unanimidad, varios países hicieron uso de la palabra para explicar su voto, como anota el destacado jurista español Carlos Ruiz Miguel “de entrada, y aunque pueda parecer obvio, todos los Estados han hablado del «Sahara Occidental» y del «pueblo del Sahara Occidental». Ninguno ha hablado ni del «Sahara marroquí» ni de las «provincias del sur». Es evidente que ningún Estado quiere hacer el ridículo diplomático”.
La “realpolitik” es un inmoral proceder que está primando en las relaciones internacionales, que deja de lado principios jurídicos o éticos, para favorecer intereses elitistas, económicos o políticos, aún a costa del descrédito y que incluye el intervencionismo aunque ponga en peligro la paz internacional.
Y, por desgracia, la Organización de Naciones Unidas está contaminada de ese pragmatismo escabroso, peor aún ese Consejo de Seguridad, que debería cambiar de nombre por el de Consejo de la Inseguridad o Consejo del Regateo de intercambio de intereses y dominación desembozada, porque juegan a escondidas como la popular serie animada: “¿Qué vamos a hacer hoy Cerebro?» pregunta Pinky. “Lo mismo que todos las noches Pinky: tratar de conquistar el mundo», responde Cerebro, que continúa: “para que sea posible… para poder conquistar el mundo… debe existir… un balance, ¡un balance, sí! ¡Uno de los dos debe ser un imbécil!” y prosigue “estamos a las puertas de dominar al mundo, Pinky, elige: ¡o escuchas bien y me prestas tu ayuda o verás tu cabeza dentro de una nuez!”.
La ONU es la nueva versión de la Sociedad de las Naciones: no salvaguardan la paz, su inoperancia provoca la guerra, fracasa en ser justa y muy pocos países le hacen caso. Ejemplo de ello, antes de la Segunda Guerra Mundial, las invasiones a Abisinia, Ruhr, Manchuria, Renania; la guerra civil española, la Guerra del Chaco…
¿Qué hizo la ONU para solucionar la crisis de los misiles o ilegalizar el boicot a Cuba? Nada. ¿Y en la guerra de Vietnam? ¿Qué hizo para evitar el genocidio en Camboya, en Ruanda, en Bosnia? La caída del Muro de Berlín y de la URSS fue por presión del presidente Ronald Reagan y del Papa San Juan Pablo II. La invasión a Checoslovaquia, la masacre de Tiananmen. La invasión de Marruecos al Sáhara Occidental, la Guerra de las Malvinas, la inoperatividad de la ONU en solucionar el tema de los territorios no autónomos y más recientemente, la anexión de Crimea a Rusia, la destrucción de Irak, Siria, Libia, Yemén.
Crisis tras crisis. Y como dice el Papa Francisco “estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial por partes”. ONU ¡requiescat in pace!
