Según cifras que maneja la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), la quinta parte de quienes padecen hipertensión arterial (HTA) pueden sufrir un daño progresivo de la capacidad cognitiva a través de mini-infartos cerebrales asintomáticos que van deteriorando prematuramente las funciones del cerebro.
Los valores de presión sistólica (máxima) y diastólica (mínima) que se consideran normales son 120 y 80 milímetros de mercurio (mmHg), en forma respectiva. A partir de esos valores, a medida que aumenta la presión, aún a cifras bajas, el riesgo aumenta, señalan los especialistas.
Pero el control de la enfermedad en la Argentina es bajo ya que no más de 15 de cada 100 hipertensos tiene su presión controlada, como consecuencia del tratamiento, por debajo de 140 y 90 milímetros de mercurio, mientras que en Estados Unidos, entre los años 2003 y 2004, se encontraba controlado el 33% de los hipertensos, señala el doctor Alberto Ré, miembro integrante de la sociedad.
Perder la fuerza en una de las extremidades o dejar de ver, de repente, de uno de los ojos (amaurosis) puede ser síntoma de un accidente cerebrovascular. Y aunque al cabo de unos minutos, todo puede volver a la normalidad, es un error no concurrir inmediatamente al médico, porque este evento puede haber sido un aviso de otro episodio más grave, que puede ser fatal o incapacitar a la persona de por vida.
La clave para reducir la morbilidad asociada a la HTA -de acuerdo con los expertos- es reducir el riesgo cardiovascular global mediante hábitos de vida saludables, asociados cuando es necesario a tratamientos farmacológicos prolongados, para lograr un control sostenido en el tiempo, capaz de prevenir la posibilidad de vivir con severas discapacidades durante gran parte de la vida, que es uno de los grandes riesgos a que expone un accidente cerebrovascular.
Algunos de los hábitos que recomiendan mantener es tener un peso adecuado, dejar de fumar, hacer actividad física y consumir menos sal, sin embargo los expertos advierten que el grado de riesgo y la forma más apropiada de mantener controlada la presión dependen de las características de cada persona.