La noticia fue calificada inmediatamente como “repugnante” por voceros del gobierno estadounidense, advirtiendo que tal hecho tendría graves consecuencias en las relaciones con el mundo musulmán .
Así, Philip Crowley, portavoz del Departamento de Estado, dijo que significarían “ provocaciones intolerantes que alimentarán aún más el radicalismo”. Por su parte, el Osservatore Romano, diario de el Vaticano, en un artículo titulado “Que nadie queme el Corán”, prevenía que esto produciría reacciones incontrolables.
De igual manera se pronunció el comandante de las fuerzas militares norteamericanas en Afganistán, David Petraeur, condenando las intenciones manifestadas por el pastor evangélico de Florida, Terry Jones, para quemar el Corán el 11-S, es decir pasado mañana.