Santuario de Pachacamac, zona arqueológica de rito y tradición

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(Aeronoticias) Una historia nos acompaña desde lo más recóndito de nuestras raíces, culturas perdidas, encontradas y   reconstruidas por profesionales que día a día luchan para poder dar una mejor acogida   a los diferentes turistas que se dan cita al  santuario de PACHACAMAC.

A pocas horas de Lima, se encuentra uno  de los centros arqueológicos más importantes de la capital,  la “Zona Arqueológica de Pachacamac”.

Para empezar nuestro recorrido, el lugar de partida fue Miraflores,  LA EMPRESA PERU Peru Sightseeing,  esta vez  tuvo la responsabilidad de nuestro guiamiento turístico en el santuario, la empresa  Perú Sightseeing tiene como objetivo principal difundir el turismo.  Tiene entre sus alternativas de guía, los audio guías, que nos ayuda a escuchar al guía desde una distancia moderada, una alternativa distinta, un buen acierto tecnológico para la comodidad del turista.

Los primeros centros ceremoniales, 2000 años atrás,   dieron su aparición en el valle de Lurín,   los sacerdotes ejercieron su poderío aprovechándose del conocimiento del  tiempo y del clima. Siglos después nacen diferentes culturas, es así que comienzan a desarrollarse las Culturas,  HICHMA,  WARY, LIMA e INCA,  Siendo LIMA,  con el cual el Santuario de Pachacamac se consolidaría en el Valle.

Pachacamac tiene mucha tradición e historia, el valle  siempre ha tenido una relación muy cercana con Lima, el Señor de los Milagros es también conocido como el Señor de Pachacamilla,  la historia cuenta, que cuando llegan los españoles al valle, trasladan a los indios a Pacahacamilla  un lugar en Lima.  Secretamente los indios seguían adorando  al dios Pachacamac, luego llegan los esclavos negros del áfrica, al parecer la tradición migran desde los indígenas hasta los negros, es así donde aparece la imagen del señor de los Milagros, el atributo del Dios de Pachacamac también es el mismo atributo al  Cristo Moreno , ambos son el “Dios de los Temblores”.

Pachacamac, fue el señorío más importante que existía en Lima, se le veneraba y  se rendía culto, fue una especie de oráculo. Lo destacable  es que por siglos el santuario,  fue el más importante centro religioso de la costa central. El santuario en Pachacamac  junto con el de Cuzco fueron los sitios de peregrinación  religiosa más importante del antiguo Perú. Miles de personas llegaban desde la costa y la sierra a pie pasando por montañas y valles para rendirle tributo a sus dioses, días  de caminata, visualizando las diferentes adversidades que le daba la naturaleza, cuando por fin divisaban tierra estable , a orillas de un mar que rodeaba aquel santuario,  nacía la esperanza a sus incógnitas, comenzaba a latir más el deseo y la imploración que en mente o recados tenían aquellos hombres para su dios, para muchos aquel lugar era una referencia del fin y comienzo de una nueva era,  así mismo se tenía que ayunar un año para poder tener el privilegio de pisar la ciudad, una responsabilidad y un criterio propio ante un régimen, que ellos se imponían.  Eran sacrificios que adoptaban para venerar y rendirle un respeto amplio al dios de la noche. Esto nos da y nos  detalla la importancia de la fe de  los pobladores ante  este recinto sagrado.

_”El Dios Pachacamac es el Dios de la noche y de los temblores, un dios terrorífico, más que milagros se le pedía que no hiciera daño”. Texto y argumentación, según la Historiadora, María Rostworowski.

A orillas de nuestras raíces, nacen muchas interrogantes de acuerdo a una historia que nos antecede, una maravilla hispánica, un poderío que muchos quisieran tener. Aquel templo o santuario resultaba ser un lugar muy culto, muy respetado. Quienes tenían el honor de pisar aquellas tierras se llevaban  la satisfacción de poder haber tocado al dios, y este dios poder haber resuelto sus incógnitas, aquellos hombres se ponían en contacto con la divinidad ofreciéndoles diferentes e innumerables ofrendas.

En Enero de 1533 un año después del desembarco de los Españoles en Tumbes, los habitantes del valle y del templo,  se encuentran por primera vez con los conquistadores, un grupo de soldados al mando de Hernando Pizarro. El soberbio hermano de Francisco Pizarro, se instala en el valle, desde ahí relata en una carta, las diferentes líneas que se pueden apreciar a continuación:

“La cueva donde estaba el ídolo era muy oscura, que no se podía entrar a ella sin candela, y dentro muy sucia. Hice a todos los caciques de la comarca que me vinieron a ver entrar dentro para que perdiesen el miedo; y a falta de predicador, les hice mi sermón diciendo el engaño en que vivían.” (Hernando Pizarro, Carta a los magníficos señores oidores de la audiencia real de su majestad, que residen en la ciudad de Santo Domingo,

Después de aquel suceso, Hernando Pizarro, en conjunto con sus soldados, destruyen la imagen principal del santuario, para imponer su autoridad y en remplazo colocar la cruz que representa al catolicismo.

Un dato importante: Tras la muerte de Atahualpa en Cajamarca, Francisco Pizarro llega a Pachacmac siguiendo el camino Inca desde Jauja en busca de una capital para el Perú. Desde el valle, Pizarro manda a  tres emisarios al Valle de Lima, los diferentes informes  de aquellos hombres, dieron pie y lugar para que un 18 de enero de 1935 se fundara Lima.

Aquella imagen imponente para muchos, era quien tenía entre sus intenciones, provocar el miedo y respeto, así como lo describe Hernando Pizarro. La imagen se hallaba en una cueva muy inhabitable, donde solo las personas elegidas podían entrar. Para el español, todo esto era un engaño hacia la fe,  un dios creado por hombres sin ningún fundamento, una tradición y religión que año tras año se iba consolidando a través de la fe y  la entrega de cada uno de los pobladores, una cultura que se mantuvo viva desde sus diferentes costumbres,  pero que a su vez tenía el misterio y Hernando Pizarro, pudo  ver  con ojos ajenos  la realidad, y descubrir  que detrás de la imagen salía una voz resplandeciente y muy cautivadora dando órdenes ante lo que el pueblo podía pedir. Muchos creían que el madero les respondía ante las interminables suplicas y ofrendas que se le daba a este Dios, sin embargo  no era más que un sacerdote que respondía aquellas incógnitas. Sacerdotes que por años y  décadas iban dejando su legado para las diferentes generaciones, y así poder mantener viva la cultura  en el  Santuario de Pachacamac.

Fotógrafía: Rosa Mestas Andia


 

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