(Aeronoticias).- The Washington Post fue uno de los primeros diarios estadounidenses que prestó sus páginas para que la multinacional abortista Planned Parenthood pudiera defenderse de la publicación de una serie de vídeos con cámara oculta que demuestran que la organización se lucra con la venta de los órganos de los fetos abortados en sus clínicas.
«¿Es Planned Parenthood principalmente un proveedor de aborto que se hace pasar por una organización de salud reproductiva?», se pregunta el diario estadounidense.
Cecile Richards, presidenta de Planned Parenthood, escribió una columna en este diario en la que negaba las acusaciones de que su organización traficara con órganos humanos y arremetía al mismo tiempo contra las asociaciones pro-vida que habían destapado el escándalo.
Ahora parece que los grandes medios de comunicación estadounidenses como The Washington Post, que siempre han defendido a esta empresa de planificación familiar, han perdido su incondicional confianza en Planned Parenthood. El escándalo del tráfico de órganos, unido a las malas prácticas de la organización que incluso vende los tejidos fetales sin el consentimiento de las mujeres o modifica los procedimientos del aborto para mejorar la calidad de los órganos y tejidos con los que comercia, ha provocado que la sociedad estadounidense recele del gigante del aborto.
El motivo que ha hecho ahora a The Washington Post desconfiar de la multinacional abortista sonlas mentiras emitidas por miembros de la organización para defenderse de las acusaciones de tráfico de órganos y evitar que les sea retirada la financiación con fondos públicos. Tras la decisión del gobierno de tres estados de retirar los fondos públicos a Planned Parenthood, la multinacional abortista declaró públicamente que tan sólo “el 3% de todos los servicios de salud de Planned Parenthood son los servicios de aborto”.
The Washington Post se cuestiona la autenticidad de estos datos, cuando han sido publicados otros documentos que sostienen que el aborto constituye el 94% de la actividad de la multinacional. “¿Es Planned Parenthood principalmente un proveedor de aborto que se hace pasar por una organización de salud reproductiva?”, es la pregunta que lanza el diario estadounidense en un artículo.
Sin entrar en la polémica sobre si hay que retirar los fondos públicos a esta organización, el diario muestra las dudas razonables que existen respecto a que Planned Parenthood sólo dedique el 3% de su actividad, tal y como la organización señala en su página web en los datos del curso 2013-2014.
Estos datos han sido rebatidos por políticos republicanos y asociaciones pro-vida, que sostienen que están claramente manipulados. Rich Lowry, editor de la revista estadounidense National Review, advierte que “el principal proveedor de abortos de la nación no quiere ser conocido por proveer abortos”, a pesar de que cada año “realiza alrededor de 330 mil abortos al año, casi el 30 por ciento de todos los abortos en el país”.
El engaño principal de estos datos publicados por Planned Parenthood consiste en que se consideran servicios idénticos la práctica de un aborto y un test de embarazo, cuando el primero hace ganar a la organización unos 1.500 dólares por intervención y el segundo sólo 10 dólares. El aborto, denuncian muchas organizaciones, es la actividad que más beneficios proporciona a Planned Parenthood, sin tener en cuenta el siniestro negocio del tráfico de órganos.
“La cifra del 3 por ciento que utiliza Planned Parenthood es engañosa, comparando los servicios de aborto a cualquier otro servicio que se ofrece”, es la conclusión de The Washington Post. Añade, además, un argumento que rebate la defensa de la organización: “Siguiendo la lógica propuesta por la multinacional del aborto “los equipos de las Ligas Mayores de Baseball podrían decir que como venden cerca de 20 millones de hot dogs y juegan solo 2.430 partidos en una temporada, el baseball es solo el 0.012 por ciento de lo que hacen”.
Este diario estadounidense no es el único que ha cuestionado a la multinacional del aborto tras elescándalo por el tráfico de órganos y las continuas contradicciones en las que ha caído la organización en sus declaraciones. También han sido varias las empresas estadounidenses que se han querido desvincular su marca del negocio del aborto tras la publicación de los polémicos vídeos.
Coca Cola, Xerox y la Compañía Ford– a las que se han unido en las últimas horas American Express y la Sociedad Americana del Cáncer, pidieron a Planned Parenthood que retirara su nombre de la lista de donantes de la multinacional y se desvincularon públicamente de la misma. A pesar del gesto de estas grandes empresas, la lucha por el cese de la financiación pública a Planned Parenthood continúa, ya que el Gobierno de Barack Obama no parece dispuesto a dejar de favorecer a una organización que le ayudó a llegar a la Casa Blanca.