Un minuto con Dios: Juan 1, 47-51

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(Aeronoticias).- En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: «Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Natanael le preguntó: «¿De dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera». Respondió Natanael: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel». Jesús le contestó: «Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver». Después añadió: «Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Reflexión

Los testimonios acerca de los ángeles en la Sagrada Escritura no dejan duda de la existencia de estos seres espirituales creados por Dios para su servicio, pero también para el servicio de nosotros, los hombres. Por ello, la Iglesia invoca a san Miguel Arcángel como fiel defensor de los proyectos de Dios y para someter el ataque de Satanás sobre los cristianos. Invoca a san Rafael Arcángel en las enfermedades y para proteger las ciudades contra las grandes catástrofes. Finalmente, invoca a san Gabriel Arcángel como el mensajero de confianza de Dios por quien nos da a conocer sus proyectos salvíficos, y por medio del cual nuestra respuesta llega a su presencia. No tengamos temor de invocarlos y de solicitar su intercesión.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

(Aeronoticias).- Hoy, celebrando a los Arcángeles, «vemos» el cielo. Un ángel es una criatura que está en la presencia de Dios. Los tres nombres de los Arcángeles —Miguel, Gabriel, Rafael— acaban con la palabra «El», que significa «Dios». Así, pues, Dios está inscrito en sus nombres, en su naturaleza. Su ser es estar «en Él» y «para Él». Además, son sus «mensajeros»: llevan a Dios a los hombres; abren el cielo y, así, abren la tierra.

Miguel defiende la causa de la unicidad de Dios (sólo Dios es Dios) contra la presunción del «dragón» (que intenta continuamente desacreditarle ante los hombres) y, además, nos protege. Gabriel es el mensajero de la encarnación de Dios: llama a la puerta de María y, a través de él, Dios mismo pide a María su «sí». Rafael se nos presenta como el ángel a quien está encomendada la misión de curarnos la «ceguera» de lo divino, causada por el materialismo.

—Santos Arcángeles, defendednos para que podamos permanecer en el amor de Dios.

Comentario: Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)

Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.

«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.

Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones.

Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.

Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.

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Un minuto con Dios: Juan 1, 47-51

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