Que esta próxima –La Haya-, a recibir la memoria peruana, que son los argumentos jurídicos con que se sustenta la postura del Perú en el diferendo marítimo.
Víctor Pérez, secretario general del partido opositor chileno Unión Democrática Independiente (UDI), pidió a Bachelet: “Ordenar la política exterior y ponerle fin al desorden” –refiriéndose claramente a la polémica originada por Foxley-.
“Si la presidenta ya no confía en el canciller, entonces solicitarle la renuncia es necesario, así no se dilata una situación que sólo daña los intereses de Chile en el mundo y especialmente con nuestros vecinos, con los que aún tenemos litigios pendientes”, sostuvo Pérez.
La relación interna Bachelet-Foxley, se habría resquebrajado meses atrás, al punto de que justo antes de que estallara el escándalo bilateral, ya se especulaba su cese del puesto. De esta manera se estipula que Foxley habría utilizado el “caso Donayre”, para generar mayor tensión con Perú y lograr su “atornillamiento” en el cargo.
Aparentemente la maniobra de Foxley le habría funcionado, ya que era recurrente en los sectores gubernistas el comentario: “Seria una pésima señal que ahora Foxley se vaya”, afirman medios chilenos. Y es este el motivo principal por el que Foxley aun seguiría ejerciendo su cargo.
Claramente, el hecho deja al descubierto los “vacíos” de una política especifica hacia el Perú, una política que debería enfocarse más en solucionar diplomáticamente eventuales controversias, en vez de exacerbarlas y hacer de estas un altercado de magnificas proporciones.