Durante dos horas fue hermoso ver cómo los propios aquejados y sus familiares, liderados por los intérpretes del hotel se integraron, cantaron, bailaron y participaron al compás de nuestra música tradicional o de canciones de moda. Los aplausos fueron el invalorable pago de este acto lleno de amor por los que lo necesitan.
Esta actividad llenó de alegría y emoción a los enfermos que, por un momento pudieron olvidar sus pesares y disfrutaron del entusiasmo de los trabajadores. Horas de ensayo, después del horario laboral, hicieron que el espectáculo tuviera calidad, pero sobre todo, mucho sentimiento.
Uno de los trabajadores, ante el agradecimiento de los pacientes comentó: “Soy yo quien debe darles las gracias por esta oportunidad de dar de nosotros a quien más lo necesita. Acciones como esta son inolvidables. Nos sentimos mucho más unidos como grupo y más valiosos como personas”. Realmente valió la pena el esfuerzo.
