La vida es un don maravilloso que nos da nuestro Creador.
Y la vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras buenas que relizamos, por los grandes ideales que alcanzamos.
Lo más precioso que posee el hombre es la vida se le otorga una sola vez. y hay que vivirla con la mayor plenitud, de forma que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano.
Para que nos queme la verguenza por el ayer vil y mezquino. y para que al morir se pueda exclamar: toda mi vida y todas mis fuerzas han sido entregadas a lo mas noble y hermoso:
¡A la lucha por la liberación de la humanidad!
¡Así si podemos decir: soy un triunfador!
Para ello es preciso nacer de nuevo – con el renacimiento espiritual que propugnan las relaciones humanas.
Este renacimiento estriba en el cambio radical de actitudes. para convertir el odio en amor. el miedo en confianza. el pecado en virtud.
Mediante este cambio de conducta el hombre podrá actuar con mayor efectividad y así contribuir al desarrollo económico, moral y social de los pueblos.
En este siglo de desarrollo cientifico y tecnológico sin límites; en el pleno auge de la carrera espacial, el hombre para sentirse feliz y realizado tiene que producir.
Hay dos tipos de produccion humana, una material y la otra intelectual y espiritual.
La primera resulta de los esfuerzos humanos y la consecuencia es la riqueza material o abundancia de bienes de consumo.
La producción intelectual, espiritual y personal debe ir en concordancia con la material. Si esta no se equilibra simultáneamente, aparece…
¡la miseria!
Ninguna persona, familia o nación puede decir que es espiritualmente rica sino cuenta con una base de riqueza material. y tampoco puede decir que es rica si solo posee bienes materiales.
Nos aproximamos a un punto decisivo en la historia en el cual se encuentra en juego la supervivencia de la civilización humana.
Necesitamos, por tanto, vivir en auténticas relaciones humanas, para lograr un mundo más justo, para que el progreso, el amor y la paz sean una realidad, y armonizar así con Dios y con el mundo para lograr una mayor influencia positiva en todo y con todos.
Nosotros, los seres humanos somos la máxima energía creada por Dios con la fuerza para revitalizar nuestra vida y la del mundo entero.
Recordemos y hagamos vida en nuestras vidas esta frase célebre:
“Todo lo que vividamente inmaginamos,
ardientemente deseamos,
sinceramente creemos
y entusiásticamente emprendamos,
inevitablemente sucederá”. (Autor anónimo).