A su vez, las australianas cortó las previsiones para su ejercicio fiscal, esperando –con esto- obtener un beneficio antes de impuestos estimado entre los 100 y los 200 millones de dólares, a pesar que las estimaciones previas arrojaban una cifra de aproximados 500 millones de dólares.
Tamaña reestructuración ha de tener los pelos de punta a los ejecutivos australianos y es que el –ya conocido- deterioro del mercado, más aún en el mercado internacional se traduce como una baja sustancial en cuanto a la demanda de vuelos, y a pesar –según explicó Alan Joyce, consejero delegado de la Aerolínea- que las rutas domésticas están resistiendo mejor las dificultados de entorno comercial, esto no supone un “bastón” suficientemente fuerte como para que la aerolínea sustente su ejercicio económico
Por último, según aseveró Joyce, como si fuera poco el abanico de infortunio que se posó sobre el sistema, hoy se le suma el hecho de que la clase “Premium” es prácticamente inexistente en estos días, como consecuencia –también- Qantas ha tenido que poner en venta 10 de sus aviones, entre ellos cuatro A380 y 12 aviones Boeing 737-800, al no poder mantenerlos operando, teniendo también que replantear y reducir los pedidos hechos a Boeing para nuevos aviones para llegar a recortar sus gastos de capital en al menos 800 millones de dólares en el ejercicio.