(Aeronoticias).- Los documentos antimonopolio que la aerolínea US Airways le presentará a las autoridades estadounidenses se convierten en su más reciente arma para sellar una fusión que viene trabajando desde abril pasado con American Airlines. De hecho, parecen ser su última esperanza ante un negocio que luce cada vez más lejano por la renuencia de esta última a aceptar la operación.
El futuro de este negocio, que significaría la unión de dos de los principales actores del mercado aéreo en el país del norte, está hoy en día en manos del comprador. Cualquier intento de fusión debe contar primero con el visto bueno de la Comisión de Comercio del Departamento de Justicia, la cual debe garantizar que la competencia no se verá afectada. Una vez cumplido este requisito, US Airways cuenta con dos opciones: alcanzar un acuerdo con AMR Corp, la compañía que controla las operaciones de American Airlines, o realizar una oferta unilateral de compra.
Y todo apunta a que la segunda, aunque menos recomendable, será el paso a seguir.
La historia de la negociación se remonta al pasado 20 de abril, cuando US Airways hizo públicos sus planes de compra. Una opción de oro para la aerolínea objetivo, que había sufrido pérdidas por US$1.700 millones en el primer trimestre de 2012 y atravesaba un fallido proceso de restructuración. Sin embargo, el anuncio cayó como un balde de agua fría entre las directivas de AMR Corp.
Para agiliza la adquisición, US Airways primero contactó con los tres sindicatos de su rival para allanar el camino (el de pilotos, azafatas y transportes). Por eso, cuando la compañía anunció su intención de compra, resaltó el apoyo que había conseguido de los trabajadores, los mismos que mantienen una tensa negociación con los propietarios de American Airlines por los recortes en beneficios que ésta planea hacer y que le permitirían un ahorro de US$1.250 millones al año
Esa estrategia sólo influyó para que AMR Corp. hiciera mayor énfasis en su estrategia de reorganización empresarial, con la que piensa salir del Capítulo 11 de quiebras en el que se encuentra sumida desde noviembre de 2011.
Todo indica que este pulso marcará el ritmo de las negociaciones. En todo caso, de darse la operación, significaría un nuevo hito en el transporte aéreo estadounidense que busca reorganizarse por medio de fusiones para hacerle frente a la escalada de precios de los combustibles, la principal amenaza del sector. Esta fórmula fue utilizada en años anteriores por Delta Airlines y United Airlines, que adquirieron a Northwest Airlines y Continental Airlines respectivamente.
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