(Aeronoticias).- La soberbia y el orgullo son malos consejeros, algo que los diplomáticos y en general el gobierno chileno nunca ha tomado en cuenta a lo largo de su historia plagada de rapiñas a sus vecinos, sobre todo a Bolivia y al Perú.
Ahora, cuando prácticamente se está en cuenta regresiva para que el alto Tribunal Internacional de Justicia de La Hay emita su fallo inapelable sobre el diferendo marítimo que enfrenta a ese país con el nuestro, aparece nada menos que el jefe de la diplomacia chilena, Alfredo Moreno, para declarar que “ no hay nada que hacer”, porque, según él, hay un “tratado” que es lo único válido en el caso, como descartando a priori el fallo de La Haya.
La imprudente declaración de Moreno, vertidas en un reportaje solicitado por la agencia de noticias española EFE, puede alentar a los halcones de su país que no vacilan en mostrarse beligerantes, acostumbrados a golpearse el pecho como los gorilas cuando pretenden infundir temor a sus víctimas.
Chile siempre se mostró renuente a entablar negociaciones planteadas por el Perú desde hace 26 años (1986) cuando el canciller Allan Wagner, el mismo que ahora es nuestro Agente ante la CIJ de La Haya, trató de solucionar el caso frente a frente, pero luego se escucharon voces chilenas que alegaban: “nuestras naves han navegado en esas aguas, están navegando y continuarán navegando”, con una prepotencia irracional.
Sin embargo, también han habido algunas voces serenas, como las del ex candidato presidencial chileno, Carlos Ominami, quien admite que la negativa siempre provino del lado de las autoridades de su país, como lo recuerda precisamente el periodista Mirko Lauer en su columna “Observador” del diario La República en su edición de hoy bajo el título de “¿Cómo fue que llegamos a La Haya?”.