España: Superpresión para cambiar las conciencias de políticos

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(Aeronoticias).- Tómese su día de descanso luego de un arduo día en el Parlamento o en el Senado. Oír a la oposición chirriando por un proyecto de ley ha sido totalmente insoportable, luego de que ellos intentaran beneficiar a la población. ¡Malos! Y durante el tiempo en que le preparan el desayuno y su nene va a decirle que la tarea se le ha puesto complicada, un grupo frente a su hogar alza la voz para entonar algún cántico que le recuerde a la madre, sobre todo para que usted vote a favor de aquel proyecto que el partido quiso que no se aprobara.

En Argentina, el fenómeno se conoce como escrache, que sirve para ejercer presión. En España, en las afueras de un hotel madrileño la gente pifió a la cúpula del Partido Popular, quienes se encontraban reunidos allí. Pronto sucedió enfrente del hogar de Ángeles Esteller, consejal del PP. Y luego se extendió, importado de Argentina cuando se dieron leyes que impedían investigar a criminales de la última dictadura militar. Como no se pudo investigar, les hacían publicidad por los crímenes que el Gobierno se negó a analizar.

Para los afectados, este método no les hace mucha gracia. Mejor, ninguna. «Asustar a mi familia es un método mafioso. Hoy lo hacen para que los políticos cambiemos el voto. Mañana lo harán con los jueces y pasado con los periodistas. Es muy peligroso. Dicen que me van a señalar», declaró Esteban González Pons, vicesecretario de Estudios y Programas.

No obstante, si bien la presión manifestada en esos actos puede ser feroz para los afectados, su legitimidad está enmarcada en lo pacífico. Incluso si se declarase este acto como ilegal, la persona puede pensar que, en su interior, no es ilegal, lo que motivaría a romper la ley.

Con información de El País.

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