(Aeronoticias).- El debate respecto a poder patentar secuencias de ADN han librado batallas en los tribunales norteamericanos, que en muchos casos ha originado fallos en favor de las empresas que desarrollan investigaciones. Tales patentes no se limitan sólo a la explotación económica, sino a la censura para obtener dicho saber.
Y es que si bien las ganancias por -en el último caso del Tribunal Supremo de Estados Unidos- por las pruebas que detectan tumores de mama hereditarias son tan rentables para devolver los costes de dicho escrutinio del saber, esto ha obstruido el desarrollo en las investigaciones oncológicas. Los genes BRCA1 y BRCA2, vinculadas con el 5% de los 22 mil cánceres de mama diagnosticadas al año en España, son los que están en el centro del debate judicial estadounidense.
El caballito de batalla en estos menesteres médicos-judiciales es la firma Myriad Genetics -en colaboración con la Universidad de Utah-, quien secuenció dichos genes -describir el orden de los nucleótidos- y relacionar las mutaciones con la aparición de tumores sumado al análisis de dichas alteraciones para evaluar riesgos de desarrollar tal tumor. Entre 1994 y 1997 patentó genes.
Pero, contra la práctica médica actual, se reservan el derecho del conocimiento, lo que limita el avance contra el combate de estos cánceres. En mayo de 2009, la fundación Patentes Públicas presentaron una denuncia contra esta exclusividad, tachándola de inconstitucional e inválida. En 2010, el juez Robert Sweet, del tribunal del distrito sur de Nueva York, falló en favor de la fundación. Sweet apeló a que los genes «son productos de la naturaleza, no invenciones, por ello no pueden estar sujetos a las leyes de propiedad intelectual«.
La medida sólo funcionó en tanto se hiciera en esa zona de Nueva York. No obstante, en Europa la situación es algo distinta, sobre todo por las políticas tomadas por Myriad en dicho continente. La mala fama arrastrada en Estados Unidos. Manuel Pérez Alonso, profesor de Genética de la Universidad de Valencia y director del Instituto de Medicina Genómica, lo dibuja así: «Hay una especie de limbo legal; en general, los centros pasan por alto el tema de la patente. Supongo que Myriad podría forzar para imponerlo, pero no lo hace«.
Con información de El País.