(Aeronoticias).- ¿Cuál es la esperanza de los electores peruanos de elegir un candidato presidencial que no sea cuestionable ética o legalmente? Muy poca, si consideramos que cuatro de los cinco candidatos se han visto salpicados por acusaciones que, en otras latitudes, bastarían para socavar la confianza electoral.
El caso más cercano es el de Alejandro Toledo, ex presidente, quien anunció recientemente liberar la información bancaria (en Perú) en un caso que ha envuelto a su suegra por la compra de casas, bajo declaraciones contradictorias.
Con Alan García, una serie de denuncias contra sus correligionarios durante su gobierno le han puesto en el ojo de la tormenta, sobre todo con las gracias presidenciales otorgadas a narcotraficantes.
Con la hija del exmandatario Alberto Fujimori -cuyo gobierno, según Amnistía Internacional, está catalogado entre los 10 más corruptos del mundo-, su labor más bien es vender una imagen como no heredera de las culpas de su padre, no obstante que ha estado pidiendo la liberación del hombre condenado a 25 años por violación de derechos humanos.
Luis Castañeda, quien afirmó «ganar a todos los candidatos en segunda vuelta», todavía debe unas respuestas por contratos irregulares durante su mandato en la alcaldía de Lima. El caso Comunicore.
El Congreso es otro saco de boxeo por parte de la opinión pública y los medios de comunicación, la cual casi un cuarto de sus miembros han asistido a comisiones éticas por presuntos cargos de corrupción, incluyendo Omar Chehade, ex vicepresidente de Humala y congresista de Gana Perú.
Con información de Economist.
