(Aeronoticias).- Uno de esos lemas que deberían mantenerse en los anales del servicio que ofrecen las aerolíneas harían referencia, por su precisión, a un buen servicio; a que el cliente vale tanto como la frase que la sentencia: «El cliente tiene siempre la razón». Pero el trato que recibió el escritor mexicano Marcial Fernández de unos trabajadores de Aeroméxico, al intentar volar de Ciudad de México a Durango, pudo fácilmente tenerlo una bolsa de basura.
Cuando Fernández llegara al mostrador de la compañía para tramitar el ingreso de su tanque de oxígeno para combatir la cefálea histamínica -dolores fortísimos a la cabeza-, uno de los supervisores de la compañía advirtió que el tanque no podía subir. Tras informarle Fernández de los motivos por los que requería dicho tanque, el supervisor se dirigió a sus superiores, uno de ellos identificado como subgerente de Aeroméxico.
—Lo único que podemos hacer —dijo— es quitarle el oxígeno, la válvula y transportarlo con el demás equipaje.
—Pero así no me sirve, lo tengo que llevar conmigo, por favor déme por escrito el protocolo…
—No le tenemos que enseñar nada, ése es el protocolo interno de la aerolínea y, como tal, lo debe respetar.
Y tras un intercambio de palabras entre el escritor y el «amabilísimo» subgerente, terminó diciendo el trabajador: «Pues si no le gusta el trato, no viaje con nosotros».
Al ver Fernández -para sus adentros- que dicho empleado, o detestaba a la gente enferma, o le disgustaba su labor, decidió viajar sin tanque, algo que no necesitó durante el viaje y los -como el precisa- buenos servicios recibidos tras la escaramuza con el gerente.
Con información de El Economista.