España inaugura hoy, con la presencia de los Reyes de España, el Gran Telescopio Canarias (GTC), «el mayor y más avanzado telescopio óptico-infrarrojo del mundo» durante cerca de una década, en el que ha colaborado la Universidad Autónoma de México (UNAM).
«La década que viene es toda para el GTC», hasta que le suceda la próxima generación de telescopios, con espejos de entre 30 y 40 metros de diámetro, explicó a la AFP el director del GTC, Pedro Álvarez. El GTC es «la mayor máquina del tiempo del planeta», y su poder de visión equivale a «cuatro millones de pupilas humanas», según su promotor, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
La novedad está en que el telescopio, situado en la pequeña isla de La Palma, en el archipiélago de Canarias (frente a la costa sur de Marruecos), está dotado de un espejo circular de 10,4 metros de diámetro y con la mayor superficie colectora de luz, 81,9 m2. Esto lo convierte en el mayor de los grandes telescopios del mundo, por delante de los Keck estadounidenses instalados en Hawai, de 10 metros, los cuatro Very Large Telescope (VLT) europeos en Chile y los Gemini de Chile y Hawai, entre otros.
Además del diámetro del espejo, segmentado en 36 piezas hexagonales y de 17 toneladas, el GTC cuenta con «los mejores instrumentos de última generación» capaces de captar, siempre por la noche, «lo que el ojo humano no puede ver» a través de las radiaciones térmicas de los cuerpos, su reto es analizar la estructura del cosmos a gran escala, lo que incluye buscar planetas fuera del sistema solar, explorar galaxias, agujeros negros, la materia oscura, supernovas y el universo local, el nacimiento de nuevas estrellas, posibles planetas donde podría haber vida o calcular la edad de las estrellas enanas solitarias.
En fin, «descubrir cosas que no se han descubierto hasta ahora», según Álvarez. El proyecto, concebido a finales de los 80, se considera de «gran ciencia» debido a su alto presupuesto, explicó a la AFP el director científico del Gran Telescopio, José Miguel Rodríguez Espinosa. Ha costado 104 millones de euros, aportados en un 90% por el Estado español (que ha contado con fondos europeos) y en un 10% por México y la Universidad de Florida (Estados Unidos).
Unas 100 empresas han participado en la construcción del GTC, donde actualmente trabajan 15 astrónomos, en su mayoría españoles, y unas 50 personas contando a los ingenieros, y aunque el GTC todavía no está totalmente operativo, empezó a funcionar en marzo con uno de sus instrumentos ópticos, Osiris, que puede observar «objetos violentos» como supernovas, estrellas de neutrones o galaxias. A finales de año se pondrá en marcha CanariCam, una «cámara en la vanguardia de la tecnología infrarroja» construida en Florida que observará objetos «fríos» del espacio, es decir, que el ojo humano no puede ver, como estrellas en formación, galaxias muy lejanas, zonas de formación estelar y planetas extrasolares.
A finales de 2010 se estrenará Emir, inédito en el mundo, que sumará las capacidades de Osiris y CanariCam. Y en 2010 se instalará Frida, un instrumento que se está fabricando en México que podrá contrarrestar el efecto perturbador de las turbulencias de la atmósfera.
Pero estos son sólo los primeros, ya que «cada tres o cuatro años hay que instalar un instrumento nuevo», según Álvarez. «El GTC sería capaz de detectar los focos por separado de un coche circulando en Australia o un plato de lentejas en la Luna nueva», según el IAC.
Aeronoticias considera que cabe resaltar que en sus primeros meses ha medido un brote de rayos gamma, ha detectado una mancha muy fría en el fondo cósmico de microondas y ha observado supernovas muy distantes que sirven para medir la expansión del universo, además de las enanas marrones. Y en el futuro, el Gran Telescopio, que cada seis meses abrirá un período para recibir propuestas, quiere detectar las primeras galaxias que se formaron.