Un espectáculo llamado Ryanair

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(Aeronoticias).- Que Ryanair se volviera sinónimo de ganancias de manera desesperada, logrando ser odiada por sus usuarios -pero no abandonada-, da qué pensar respecto a la futura cara de las empresas. Si las aerolíneas te ofrecían gratis un almuerzo que uno podría llamar digno -de acuerdo a la experiencia-, ahora el avión se asemeja a un mercado donde la vendedora de turno es el tripulante de cabina.

Que ahora Ryanair maquine –nasty plot, lo llamaría yo- ahorrarse unos cuantos millones de dólares en contra de la seguridad de la empresa, hace necesaria la labor de los medios de comunicación. Pero que Ryanair considere llamar al abogado cada vez que no le parece correcto esto en contra de los diarios y casas televisoras, no ayuda más que a poner en detrimento su (paupérrima) reputación.

No deja de ser triste, sin embargo, el dicho: Si no te gusta, no lo uses. Porque el ahorro de más de cientos de dólares que forma parte de la estrategia de la ultra low-cost irlandesa juega contra el deber de la persona. Se usa la empresa a costa de la conciencia de uno mismo. Parece una batalla de idiotas entre quienes deciden usar y no usar Ryanair cuando puedes volar por un mismo punto con 20 y 170 dólares. La diferencia estriba en quien le da salario y quien da hambre a sus empleados.

Con información de The Guardian.

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