En una hazaña celeste que cualquier mago apreciaría, Saturno hará que su extenso pero delgado sistema de anillos desaparezca de nuestra vista el 11 de agosto. Los anillos de Saturno, llenos de hielo y lodo, así como de rocas y lunas diminutas, tienen una amplitud de 273, 588 kilómetros. Pero el brillante sistema tiene solamente 9 metros de grosor. Los anillos están formados por 35 billones de billones de toneladas de hielo, polvo y rocas, de acuerdo a cálculos de los científicos.
Los anillos brillan debido a que reflejan los rayos solares. Pero cada 15 años, los anillos giran hasta quedar en posición lateral al Sol y no reflejan casi nada de luz solar. «La luz que se refleja en esta banda extremadamente angosta es tan pequeña que, a efectos prácticos, los anillos simplemente desaparecen», explicó Linda Spilker, científica asistente del proyecto para la misión de la nave espacial Cassini en Saturno, en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
Anillos misteriosos
Mientras que la Tierra gira alrededor del Sol una vez cada 365 días aproximadamente, la órbita anual de Saturno tarda 29.7 años. Así que cada 15 años, el cambio de altitud coloca al ecuador del gigante gaseoso, así como a su banda de anillos, directamente frente a la luz solar. Los científicos le llaman equinoccio y éste marca la llegada de la primavera al hemisferio norte del planeta gigante. (En la Tierra, los equinoccios ocurren en marzo y septiembre). «Siempre que hay un equinoccio en Saturno, la luz solar ilumina a los delgados anillos del planeta, el plano anular, de forma lateral», explicó Spilker.
La confusión de Galileo
Galileo Galilei fue el primero en notar los anillos y su entonces misteriosa transformación en el siglo 17. A través de uno de los primeros telescopios que existieron, construido por él mismo, Galileo descubrió los anillos de Saturno. Sin embargo, no sabía qué eran, ya que todo lo que podía ver eran dos lóbulos pegados al planeta como si fueran orejas. Anotó el recién descubierto esquema en su cuaderno como un dibujo diminuto, a media frase, para usarlo como sustantivo. Para diciembre de 1612, Galileo había estudiado el fenómeno durante más de dos años y los lóbulos (que él pensó que podrían ser lunas) se estaban haciendo más delgados. Y luego, desaparecieron.
«No sé qué decir en un caso tan sorprendente, tan inesperado y tan novedoso» escribió en una carta. El matemático holandés Christiaan Huygens, usando un mejor telescopio, logró descubrir qué eran los anillos en 1655. «Galileo estaba en todo su derecho de sentirse desconcertado por los anillos», dijo Spilker. «Aunque sabemos cómo es que Saturno logra su ilusión de plano anular cruzado, aún nos sentimos fascinados y perplejos ante los anillos de Saturno y el equinoccio es un gran momento para que aprendamos más».