(Aeronoticias).- El proceso judicial iniciado por los padres de un niño estadounidense de 12 años nacido en Jerusalén ha implicado a todas las instancias del poder de EE.UU. y puede modificar la política del país en Oriente Medio.
Menachem Zivotofsky, un niño de 12 años, es un ciudadano de EE.UU. nacido en Jerusalén. Desde 2002 sus padres se encuentran inmersos en una batalla legal para que en su pasaporte figure como país de nacimiento Israel y no Jerusalén como establecen las normas del Departamento de Estado. El caso está en manos de la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. y ya ha provocado profundas discusiones entre diferentes instituciones del país, informa ‘The New York Times’.
Es un asunto especialmente delicado para la Casa Blanca: pese a que Israel reconoce Jerusalén como su capital, EE.UU consideran que la ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos no corresponde a ningún país en exclusiva ya que su estatus debe ser negociado entre todas las partes del conflicto. Con objeto de ser neutral, el Departamento de Estado ha establecido que en el pasaporte de una persona nacida en Jerusalén sólo debe aparecer el nombre de la ciudad.
El caso de Zivotofsky ha revelado las numerosas divergencias existentes entre las diferentes instancias del poder de EE.UU. En este sentido, el Congreso elaboró en 2002 un proyecto de ley en el que se pedía al presidente que permitiera a los ciudadanos estadounidenses nacidos en Jerusalén identificarse como israelíes. Sin embargo, la Casa Blanca sigue negando tales propuestas ya que la cuestión de Jerusalén «es el punto de negociación entre israelíes y palestinos».
Ahora se espera la decisión de la Corte Suprema –que se producirá en los próximos meses-, pero parece que la posición de los jueces está igual de dividida que el mismo Jerusalén. Sin embargo, la decisión no sólo resolvería la situación de Zivotofsky, sino que también tendría consecuencias sobre el papel de EE.UU. en el conflicto de Oriente Medio.
Fuente: RT
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