El toque de queda estará vigente hasta el próximo sábado y busca que en ese período se desarrollen las acciones de apoyo a la ciudadanía ante las inundaciones, destrucción de infraestructuras, paralización de las refinerías y, sobre todo, la falta de luz en una región en la que viven más de cinco millones de personas.
Cuadrillas de rescatistas buscan en los barrios inundados por el huracán Ike, en una carrera contra el tiempo para rescatar a quienes se enfrentan a una segunda noche atrapados entre casas aplastadas, escombros y líneas de electricidad totalmente destruídas. Las autoridades tratan de evaluar con precisión los daños.
En Galveston, isla que quedó completamente inundada tras el paso del huracán Ike, unos 20.000 ciudadanos desoyeron las órdenes de evacuación ante la proximidad del ciclón.
Aunque de momento solo se han atribuido ocho muertes a Ike, los servicios de emergencia temen que puedan ser muchos más.
Tres cadáveres en Galveston
Las comunicaciones están totalmente bloquedas y el estado de las carreteras dificultan los trabajos del mayor operativo de rescate puesto en marcha en Texas, donde 140.000 personas no abandonaron sus casas ante el embite del ciclón.
"Lo que es realmente frustrante es que no podemos llegar a ellos", ha declarado el oficial de policía de Galveston Tommie Mafrei. "Tratamos de decirles ocho horas antes que salieran. Fueron ingenuos al pensar que no sería tan malo", señaló.