(Aeronoticias).- La homosexualidad en términos simples es una atracción romántica y consciente que responde a patrones emocionales hacia personas del mismo sexo.
Lo cierto es que no existe un consenso en la comunidad científica que pueda determinar con exactitud el desarrollo de una orientación sexual establecida pues algunos señalan a través de hipótesis que la respuesta se encuentra en las influencias de tipo genético, familiar, educativo, hormonal, ambiental y muchos otros factores que juntos forman una larga lista de condicionamientos con el fin de hallar la raíz del asunto.
De manera que, la situación para las personas que no necesariamente comparten la idea de pertenecer a una “comunidad” que siente y hace visible sus mismas atracciones, resulta en muchos de los casos bastante complicada.
Es importante agradecer en algunas cosas a los activistas homosexuales por conseguir que la ciudadanía sea más consciente de la existencia de la homosexualidad o hacer que la homofobia se vaya reduciendo poco a poco a través de la sensibilización en la población.
Sin embargo, en muchas ocasiones donde se ha levantado la voz de lucha por la defensa de aquella minoría, no siempre se hizo de la forma adecuada. Y es que cuando los excesos alcanzan la vista de una sociedad conservadora, solo obtendrá del mismo el rechazo y la polarización de sus actividades. (Cabe resaltar que el simple hecho de estar en desacuerdo con algunas posturas de la comunidad LGTBIQ no convierte a alguien en homofóbico, retrógrada o intolerante. Se deben respetar todas las ideas a favor y en contra porque vivimos en democracia.)
Está más que claro pues basta recordar las manifestaciones realizadas por las integrantes del colectivo “Déjala decidir” en su intento por despenalizar el aborto en casos de violación sexual.
Gritos desconcertantes que exigían la muerte como derecho, dorsos desnudos, piernas pintadas con tinte rojo en alusión a la sangre, cartelitos que decían atraso menstrual pegados en el pecho y un sinnúmero de hechos que respondían más al rechazo que a la sensibilización.
Ahora, volviendo a nuestro tema de fondo: la homosexualidad.
Muchos se generan una de las más importantes interrogantes, que a mi parecer, sería bueno aclarar, más aún cuando sabemos que existe una gran mayoría de creyentes que profesa la fe católica.
Entonces, ¿se puede ser homosexual y católico?
Bien lo diría el Papa Francisco: «En un lobby no todos son buenos, pero si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla. El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad».
De modo que sí, sí se puede ser homosexual y católico. En realidad se puede ser cualquier cosa y católico, pero es difícil porque uno no puede hacer siempre lo que le venga en gana. Y claro, si dices ser católico aun cuando te acompaña lo otro es necesario mantenerte en ese camino de fe que por mera convicción has abrazado.
Es cierto, nadie es perfecto, nadie es del todo coherente, nadie es beato mientras peregrine por esta tierra. Todos tenemos defectos, unos más que otros pero también virtudes. Cosas buenas que se pueden ver eclipsados por algún error que cometamos en la vida. Vamos a caer en algún momento pero así como caemos también nos levantaremos y seguiremos en pie.
Ser homosexual no es un delito y tampoco es para sentirse orgulloso pues no hace de la persona alguien mejor o peor. Y en línea con lo descrito, ser una persona religiosa no te hace buena ni mala, la bondad se demuestra con los actos de misericordia, caridad y sobre todo amor y comprensión hacia los demás.
No quiero generar polémica en torno a este tema pero sí quisiera que te respondas a estas interrogantes: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es el amor y cómo se reconoce? ¿Cómo trabajar en el camino de la paz y el amor por los demás?