La conciencia del aborto, por Jefrey Buenaventura

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(Aeronoticias).- En nuestras sociedades el tema del aborto ha tomado especial forma en la opinión pública y se ha moldeado según las experiencias de cada persona. Están aquellos que se muestran a favor de esta práctica y otros, en contra.

Algunos han llegado a considerar el aborto con el grado de derecho humano mientras que otros lo plantean como un último recurso según la dificultad de la situación en la que se encuentren, un embarazo no deseado, fruto de una violación o simplemente por irresponsabilidad.

Lamentablemente la sociedad habla de este tema encerrándose en las consecuencias comunes que podría traer consigo un nuevo ser sin mirar más allá. Consecuencias, muchas de ellas falsas, prejuiciosas y anticipadas como por ejemplo “llevar la vida truncada e indigna”, algo que no necesariamente se aplica para todas las mujeres que han asumido su rol materno en estas situaciones.

Las razones del aborto están centradas en causas que pueden ser subsanadas como el acompañamiento, la protección y la acogida, pues muchas mujeres se  abandonan en el pesimismo, el miedo y la desesperación ante la falta de estas tres formas de ayuda.

El aborto así como el maltrato físico o verbal deja graves secuelas psicológicas a mediano y largo plazo. Muchos grupos feministas se resisten a aceptar un cuadro psicopatológico denominado el “síndrome postaborto” (SPA) el cual es objeto de estudio en ciertos rubros del campo de la medicina actual y está descrito básicamente en mujeres que se han inducido o provocado un aborto.

De modo que, de acuerdo con los estudios clínicos de salud mental estimados en valoraciones realizados por la Universidad de Navarra en España, las 10 pacientes diagnosticadas con SPA presentan algunos síntomas como persistentes sueños y pesadillas relacionados con fetos mutilados y niños desaparecidos, intensos sentimientos de culpa y la “necesidad de reparar”.

[Casos como el de I.M.C (30), ella relata que hace tres años se practicó un aborto de más de 3 meses de embarazo, forzada por el novio. Ahora viene a consulta con un cuadro caracterizado por insomnio, gran angustia, lloros y, sobre todo, un gran sentimiento de culpa y una obsesión constante que gira alrededor de ideas: “he matado a mi hijo”, “me siento mala”, “¿cómo sería la carita de mi hijo?”. Los sueños con dicho episodio son constantes e incluso ha llegado a denunciar a su ex novio por haberla obligado a abortar.

Otro caso muy similar es el de esta mujer de iniciales S. A. U. (37), señala que desde que le practicaron un aborto hace 2 años está traumatizada y que ha cambiado su vida. Afirma que presionada por un psicólogo y un amigo, se hizo el aborto y “fue tan traumático que parece que lo estoy viviendo todos los días”. Tiene muchos sueños y pesadillas y tiene dificultades para concentrarse en los estudios. Presenta, además, un gran sentimiento de pérdida al indicar que “se siente como mutilada”, gran tristeza, decaimiento y falta de ilusión.

Por otro lado, R. G. M. (29) comenta que quedó embarazada de su primer novio a los 18 años y decidió abortar por decisión propia, hoy se arrepiente de haber tomado esa decisión. Ella presenta un cuadro inestable de ánimo, dificultades de adaptación a su actual pareja y crisis bulímicas.]*

Han tenido que pasar muchos años para que finalmente la comunidad científica tome en cuenta los efectos traumáticos que dejan consigo el aborto voluntario tras la evidencia innegable de una variedad de trastornos relacionados a dicha práctica.

Sin embargo, resulta complicado que la sociedad científica valore los estudios realizados en diferentes países del mundo y acepte la existencia concreta del síndrome postaborto (SPA) como una entidad diferente de los síntomas depresivos y problemas psicológicos comunes debido a los actuales intereses ideológicos y a la falta de estudios que aporten una confirmación diagnóstica del síndrome para que finalmente logren su incorporación a la clasificación internacional de trastornos mentales.

Por lo pronto se ha conseguido un primer avance con el reconocimiento de que sí existen secuelas post aborto y que el problema de fondo requiere de atención psicológica, pero además de prevención para reducir el número de mujeres afectadas por este trastorno en todo el mundo.

Una vez más, la ciencia se acerca a una verdad que muchos intentaron ocultar tras la declaración de leyes arbitrarias y de carente sustento científico en los países donde el aborto es legal. Y la certeza es que la práctica del aborto maltrata no solo física sino también psicológicamente a las mujeres.

Nos acercamos a paso lento pero seguros, un día en que las sociedades que hicieron legal un crimen reconocerán que siempre estuvieron equivocados.

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Bibliografía: […]* Estudios clínicos y reportes realizados a pacientes por la Universidad de Navarra, España. (SPA)

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