(Aeronoticias).- Atrás quedaron los días en que la población peruana vivía sometida al régimen de gobiernos dictatoriales con las calles invadidas por miembros de las Fuerzas Armadas, con los medios de comunicación y empresas expropiadas, con reformas educativas y de productividad agrícola sumergidas en el fracaso pues en lugar de lograr algún beneficio para los pobres dichos mensajes maquillados de socialismo e igualdad solo produjo más y más pobreza.
Atrás quedaron los gobiernos revolucionarios que, escondidos detrás de un mensaje dirigido a los pobres sobre una “gran transformación e inclusión social”, lograron captar adeptos para integrarlos a sus filas y socavar una y otra vez la democracia.
Atrás quedó el fracasado modelo económico comunista que tanta pobreza y retraso nos produjo junto a los “rebeldes” quienes resultaron ser nada más y nada menos que una facción de la izquierda también denominada izquierda terrorista. Grupos subversivos como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Esa facción que hace poco erigió un mausoleo senderista y celebró a modo de rito extraordinario singulares acciones hacia quienes en vida causaron tanta muerte, dolor y destrucción a familias enteras dentro y fuera de la capital por 20 largos años de terror.
Hoy, nuestro país ha logrado un gran crecimiento económico a lo largo de todos estos años gracias a la estabilidad democrática y a la adopción de un sistema de libre mercado que permite el desarrollo humano a través de las inversiones extranjeras y la alta productividad que hace posible las exportaciones. Un hecho que el Nobel de Economía, Amartya Sen, planteaba como una posible respuesta frente a la crisis, si bien, no es excelente resulta ser aceptable.
Esta es la línea que sigue el presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien con una investidura tecnócrata es capaz de proveer los cambios que el Perú necesita para alcanzar el desarrollo social, económico y tecnológico. Parte del futuro también está en la responsabilidad de las distintas bancadas en el Congreso principalmente en la mayoría fujimorista que hasta ahora actúa más como bisagra política que como oposición.
La contraparte directa la encontramos en la coalición de izquierda, el Frente Amplio que más allá de las marchas y protestas que lideran, genera un ideal de riesgo para los comicios del 2021. Es por ello que queda en las manos del presidente el buen manejo del país y la pronta solución de los más de 200 conflictos sociales que atraviesa el país en sus distintas regiones, según la Defensoría del Pueblo. Así también la elaboración de estrategias de alcance a las poblaciones rurales que emitieron un voto crítico en las elecciones pasadas para evitar que el partido liderado por Keiko Fujimori alcance el Ejecutivo.
Reforzar las instituciones y brindarles el goce de su independencia y autonomía es imprescindible para comenzar a tener una verdadera estabilidad política, social y económica. Dejar gobernar para gobernar correctamente. La tecnocracia puede resultar políticamente correcta si se sabe manejar adecuadamente, y sobre todo si se generan políticas públicas tan exigidas por los grupos y colectivos de izquierda, todo ello sin la necesidad de terminar en violentas tomas de carreteras, plazas y enfrentamientos con las fuerzas del orden.
Tengamos por seguro que, si Kuczynski hace un pésimo gobierno debido a los escándalos de corrupción, ausencia de liderazgo por una inadecuada gestión y falta de solución a los conflictos sociales, los grupos de izquierda estarán a puertas de los próximos procesos electorales con la finalidad de alcanzar el Gobierno y desarrollar su modelo económico chavista, o como bien lo diría el analista político Juan Paredes, “el chavismo de mañana” disfrazado de libertad y falsa democracia.
El Frente Amplio es por excelencia, la vieja izquierda de carácter estatista que se resiste a afirmar la dictadura que se vive en Venezuela y a denunciar la condena que por su conducta, merece.