Veneno de la sociedad, por Jefrey Buenaventura

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(Aeronoticias).- A pesar de que aún se desconocen las verdaderas causas del fatídico incendio en una de las salas de cine de Larcomar en Miraflores, la policía ha elevado a cuatro el número de víctimas mortales y ha descartado que el hecho se trate de algún atentado terrorista tal como se especulaba.

El pánico de las personas que se encontraban dentro de las instalaciones del cine UVK durante el siniestro y el drama de las familias que buscaban a sus familiares reflejaban la inquietud y desesperación en momentos trágicos como el que acontecido.

Momentos tan desagradables y dolorosos merecían al menos el respeto y la seriedad del caso. Sin embargo, ayer se registraron comentarios en las redes sociales con un tono de indiferencia e insensibilidad. Comentarios que carecían del más mínimo respeto a las víctimas y familiares.

Mientras unos lloraban a sus seres queridos, otros se preocupaban por la función de la película «Animales fantásticos y dónde encontrarlos» preguntando por si se daría o no su proyección. Ni decir que no estaban enterados del trágico suceso pues estas mismas personas denotaban el hecho en sus comentarios: “Se incendia el cine de Larcomar.  ¿Nos devolverán el dinero para el estreno?”

¿Hasta dónde ha llegado la indiferencia en nuestra sociedad? Se acusa el individualismo de ser el responsable de esta actitud. No obstante, los valores y el sentido común no nacen de un mero concepto o idea, esto tiene una formación y es en el hogar donde la práctica de la empatía y solidaridad debería tener un mayor soporte moral.

Resulta urgente comenzar a reforzar el tema de los valores en una sociedad que cada día se deshumaniza y pierde el sentido común de solidaridad con aquel afectado. El individualismo y el materialismo actual no son excusa para justificar tales acciones pues vivimos bajo un mismo sistema y reaccionamos de diferente manera.

No permitamos que la indiferencia y la insensibilidad nos obliguen a mirar hacia otro lado o a dar la espalda cuando te piden la mano, porque ambas actitudes son el veneno más turbio y mortal para la sociedad.