Gobierno sin brújula: afectación a la decisión y representación de un pueblo

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(Aeronoticias) El presente documento está basado en un conjunto de reflexiones  fruto de una aguda observación al  contexto político y social de nuestro país, en donde el  auge místico, creencias, convicciones, valores y principios se unen para elevar una inspiración ciudadana libre e independiente y expresar el voto de conciencia cívica y democrática que necesitamos para seguir construyendo un País principista, con valores y amor a lo nuestro.

Una Nación necesita además de valores espirituales para acceder a esa paz y tranquilidad anheladamente deseada por todos y es que la Paz se constituye en el actual tiempo después de la vida de la vida y la libertad, en uno de los derechos más importantes para la humanidad. Los gobernantes que no generen paz colectiva y seguridad a sus naciones, simplemente no tienen la capacidad para representar los intereses de todo un pueblo.

La gobernabilidad no solo se construye en base a una formación política, sino al hecho de quien gobierna ha de ser una persona  “íntegra”  que aflore sus propias convicciones personales, políticas, espirituales, a sentir como suyo las necesidades de un pueblo-. Si no hay esa conexión  entre el gobernante y su pueblo no hay representatividad y, por consiguiente, ingobernabilidad.  El político o quien se considere que tiene liderazgo para ejercer la política en el país, ha de ser alguien íntegro.

Los reality show sin duda se han trasladado a la política, pues fabricamos historias, generamos “un verdadero show de la desgracia ajena”  o simplemente  utilizamos  frases de dizque políticos para armar titulares y se vende. A menudo los reality van generando las famosas “cortinas de humo” para tapar, solapar o distraer de la atención ciudadana, las frustraciones de un gobierno y en esta complicidad también participan programas televisivos, radiales, digitales, redes sociales entre otros., Pero en el fondo nada se comunica, ni se transmite lo que en verdad necesitamos conocer todos los  ciudadanos y como país.

En definitiva, el reality ha venido para quitarle a la política su esencia: la prudencia, la humildad y la preparación. Porque ahora quien hace el mejor “show de su vida en las campañas electorales”  es quien mejor se posesiona de los medios y de la gente.

Un líder político tiene que ser una persona formada en la política, compenetrada con la realidad nacional, tener las respuestas de entrada y salida en cada escenario  de su  gobierno. Sí la política es el arte de gobernar, es en el entendido de que la gobernabilidad supone una actividad innovadora creadora, estética, fina y con obras que reflejan  un sentido, una decisión y resultado. Sin embargo, vemos todo lo contrario, en el  gobierno actual del Perú y en los anteriores.

Observamos a un presidente  sin formación política, abstracto, con una débil capacidad de comunicación que refleje decisión, firmeza y paz. Por eso es un gobierno sin brújula, no se sabe a donde va. Un presidente que dice algo y que luego se desdice es el reflejo de una escasa formación política e inexperiencia de gobierno, pero lo que llama poderosamente la atención, es que el actual presidente del Perú ha sido Ministro de Economía y Premier en el gobierno de Toledo. Es decir, experiencia la tendría, pero  veamos la respuesta que dio el mismo presidente Pedro Pablo Kuczynski en adelante PPK ante un diálogo sostenido con el Diario el  Comercio:

(..)

— Al cierre de su primer año de gestión, ¿cuál ha sido su mayor logro y, por otro lado, la principal deuda de su gobierno?

Eso lo voy a explicar en el mensaje a la nación, creo que hay muchas autocríticas por hacer. La primera es haber pecado de optimismo, pensar que se podía recuperar la economía rápidamente. No nos dimos cuenta del inmenso aumento en los procedimientos burocráticos. Hemos calculado que entre 80 mil y 250 mil funcionarios adicionales fueron añadidos en el Gobierno Central durante los anteriores cinco años. Por otro lado, nunca pensamos que el escándalo de corrupción Lava Jato iba a llegar a estas costas con tanta fuerza. Todo el mundo sabía que Odebrecht y otros contratistas tenían un papel muy fuerte en las obras aquí, pero después vinieron problemas inesperados, como el gasoducto del sur, cuya garantía se tuvo que ejecutar, o como el proyecto Chavimochic, que tuvo que suspender las obras hasta que viniera otro contratista. En Olmos, nunca pensamos que un juez iba a impedir su venta. Y tampoco pensamos que el fenómeno de El Niño costero iba a ser tan fuerte, tan fuerte en el norte y en algunas zonas cercanas a Lima. Son subestimaciones y siempre hay que manejar el riesgo, siempre hay que ponerse en el peor de los casos y lo peor pasó.

Bueno las respuestas del presidente reflejan un exceso de confianza e ineficaz manejo de la cosa pública. Y eso nos llama la atención siendo él una persona aparentemente con experiencia de gobierno. Un gobierno no  sólo se conduce con tecnócratas eso sería la principal crítica de su primer año de gobierno.

El gobierno de una nación no puede estar supeditado a los reality show. Concebida la política como el arte de gobernar urge rescatar su  esencia y será una ardua labor, porque en primer lugar, en el Perú tenemos un déficit de partidos políticos y los que aún subsisten tendrían que trabajar primero en el factor conexión con la ciudadanía y con sus electores aunado a  la renovación de sus dirigencias que no son otra cosa que élites enquistadas para seguir manteniendo un  poder que de nada les sirve si primero no se trabaja en la conexión ciudadana y la recuperación de su credibilidad, lo cual es difícil.

Hace poco el APRA (partido político tradicional) ha tenido un congreso y ha elegido a sus nuevos dirigentes, y lo que se ha transmitido a la opinión pública es más bien divisionismo al interior del mismo. Ese factor no ayuda a la gobernabilidad. ¿De qué nos sirve un partido dividido?

El presidente de una nación obedece a la voz de su pueblo; es esa voz la conciencia que ha de tener todo aquel que aspire a gobernar una nación. Esta relación de gobernante y gobernado es legítima,  cuando  hay un reconocimiento del pueblo, hacia  el titular del poder originario,  y hacia  quienes lo representan, y son  electos mediante  el voto popular. Es legitimidad parecer  haberse perdido del lado de la ciudadanía.

Es fácil iniciar una relación, pero es  muy difícil mantenerla. De la misma manera funciona con la relación entre  el gobernante y los gobernados. Digamos que la campaña electoral es la  fase de la “conquista” “del enamoramiento”; en esta etapa logro los votos y la seducción electoral. Cuando hemos tenido un resultado, en este caso, se eligió al presidente, se formalizó la relación entre ambos (gobernante y gobernado) a partir del cual  se inicia la convivencia de 5 años. Esta es la fase más delicada de la relación, porque aquí surgen las contradicciones y se pone constantemente a prueba la conexión política entre ambos. Por lo general, los mandatarios terminan su relación con el divorcio político y una gran frustración. ¿Qué es lo que hace que una pareja sea feliz y conserve su relación duradera?  Sin duda mutuas concesiones, dialogo, respeto, confianza y credibilidad, Si no aplico ello, mi relación se destruye, es exactamente lo que sucede en una relación entre el gobernante y los gobernados.

Una nación se gobierna basándose en el interés nacional, en el  “interés de todos”. El poder es de nosotros, y en nosotros está la fuerza del cambio, porque el poder está dentro de ti. Una buena gobernabilidad se da, sobre la base de la concertación política de los partidos, instituciones democráticas, órganos y poderes del Estado, sectores de la sociedad de forma amplia. Pero una concertación no para la fotografía sino para los hechos concretos.

Necesitamos ser menos materialistas, soberbios y ambiciosos del poder, para dar paso a la sencillez, humildad, honestidad y ética para gobernarnos a nosotros mismos y el futuro de nuestra  Nación. Cambiemos actitudes.

Estamos en este plano dimensional para aprender  y evolucionar como personas, pero no para justificar las malas prácticas, solapar impunidades y/o complicidades.

No justifiquemos errores ni del pasado ni del presente. Pues ante los hechos como los que vienen sucediendo en nuestro país deben anteponerse la enmienda, corrección y la asunción de las responsabilidades que correspondan por esta persistente falta de liderazgo.

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