Combatientes de la red radical islámica Al Qaeda y del Talibán llevaron a cabo numerosos ataques en Pakistán en los últimos dos años y medio, varios de ellos contra objetivos extranjeros. Los ataques comenzaron tras la decisión del Ejército paquistaní de combatir a los talibanes locales en el noroeste del país, tras las denuncias de Estados Unidos de que abastecían y daban refugio a la milicia homónima afgana.
Autoridades médicas de dos hospitales informaron que cinco personas habían muerto en la explosión, incluyendo un iraquí que trabajaba para la agencia y dos mujeres paquistaníes. Según cálculos policiales, el ejecutor llevaba consigo ocho kilogramos de explosivos. El ministro del Interior de Pakistán, Rehman Malik, dijo que el atacante llevaba puesto el uniforme de la policía paramilitar y que le preguntó a un guardia si podía entrar al edificio para usar el baño.
El ataque ocurrió un día después de que el nuevo líder del Talibán paquistaní se reunió con reporteros en las áreas tribales del país y juró atacar a Estados Unidos y Pakistán en represalia por las ofensivas con aviones no tripulados realizados a lo largo de la frontera afgana.
La aparición fue para desmentir informes que lo daban por muerto en una pelea por el liderazgo de la milicia, tras la muerte en agosto de su predecesor, Baitullah Mehsud, por un ataque con un misiles.
El gobierno paquistaní protestó públicamente contra los ataques, debido a que provoca víctimas civiles, pero hay denuncias de los Talibán de que los autorizó y proporcionó información de inteligencia para al menos algunos de ellos.