La privacidad, y la falta de ella, es uno de los debates más candentes en la actualidad. El uso de los datos que quedan tras el rastro de nuestras búsquedas en Internet, de nuestros clicks en redes sociales, de esas conexiones gratuitas de Wifi, que no lo son tanto cuando hay que rellenar un formulario donde revelamos nuestros gustos, la publicidad personalizada, las noticias filtradas a nuestra medida.
Los niveles de exposición son cada vez más inevitables y la última prueba de ello es una nueva revelación, esta de vez de una de las compañías aéreas más solventes del mundo: Cathay Pacific.
La compañía graba a sus pasajeros sin su consentimiento durante los vuelos para comprobar sus actividades mientras utilizan los diferentes servicios. El ojo que todo lo ve reside en las pantallas de entretenimiento ubicadas en los asientos y en las videocámaras colocadas en diferentes puntos del avión. La propia aerolínea confirmó esta práctica en su política de privacidad, publicada según la CNN a finales de julio de 2019 y la polémica está servida.
La compañía creada en Hong Kong ha confirmado que recolecta imágenes de pasajeros y monitorea el tiempo que pasan y el uso que hacen del contenido seleccionado en las pantallas de entretenimiento también conocidas como ‘in-flight entertainment system’ (IFE).
“En consonancia con la práctica estándar y para proteger a nuestros clientes y al personal de primera línea, hay cámaras de CCTV instaladas en los salones de los aeropuertos y en los aviones a bordo (una cámara, ubicada cerca de la puerta de la cabina) por motivos de seguridad”, aseguró un portavoz de Cathay a CNN. “Todas las imágenes se manejan de manera sensible con estrictos controles de acceso. No hay cámaras de CCTV instaladas en los baños”, agregó.
Cathay Pacific no es la única compañía aérea que ha creado controversia por las cámaras que han instalado. Singapore Airlines se vio obligada a defenderse después de que una pasajera visualizara un sensor bajo la pantalla de entretenimiento apuntándola directamente. Tras publicar las imágenes en Twitter y ante el revuelo que se formó, la compañía se vio obligada a justificar que el nuevo sistema de entretenimiento incluye una cámara y que ésta no está activada. Emirates y American Airlines también tienen sensores parecidos y han confirmado que no tienen contemplado el activarlas.
Aunque la defensa del portavoz de Cathay Pacific es que ellos ni siquiera tienen ese tipo de cámaras en las pantallas, lo cierto es que en su política e privacidad afirman que recolectan los datos de lo que consume cada pasajero con el fin de mejorar la experiencia de los usuarios y así tengan un contenido más personalizado. No solo eso, sino que esos datos pueden ser compartidos con terceros por motivos de marketing. Una de las frases más significativas de la política de privacidad de Cathay reza: “Mantendremos sus datos personales durante el tiempo que sea necesario”.
Son varias las preguntas que surgen ante este tipo de políticas que apenas nadie lee y ante las que están completamente indefensos. ¿Qué sucede si una persona intenta recuperar esos datos acumulados? ¿Y si alguien o algún grupo con peores intenciones que las de esas terceras compañías accede a esos datos? Precisamente este último evento sucedió en 2018 con Cathay y nueve millones de usuarios quedaron expuestos a los hackers.
British Airways también vivió un caso parecido y tuvo que pagar una multa de 230 millones de dólares bajo las potentes normas de la Unión Europea, quizás las más estrictas contra la falta de protección de privacidad. A pesar de ello, la sensación de falta de protección de los usuarios se extiende en Europa y el resto del mundo a situaciones que ni siquiera elegimos y que cada vez se escapan más de nuestras manos.
Fuente: Aviación al día.