La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner declaró a un grupo de productores de carne de porcino de su país que después de compartir con su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, un lechoncito asado “los resultados fueron impresionantes durante todo el resto del fin de semana”.
La confesión, con sabor a broma y picardía, hizo sonreír a los representantes de la Asociación de Productores de Productos Porcinos que sostuvieron una reunión de trabajo con la ocurrente mandataria, quien además recomendó a sus compatriotas consumir esta clase de carnes rojas porque “resultan más gratificantes que el mismo Viagra”, disponiendo enseguida la rebaja en el precio del producto.
Ante esta noticia habría que parafrasear al cura católico que le dijo a un musulmán, quien se negó a probar la carne de cerdo que le estaba invitando porque su religión le prohibía: “Hermano, usted no sabe lo que se pierde”.
