(Aeronoticias): Conocido como “el único hotel siete estrellas del planeta”, el Burj Al Arab Jumeirah es mucho más que un hospedaje: es un símbolo de poder, opulencia y perfección arquitectónica que se alza sobre una isla artificial en Dubái. Diseñado por el arquitecto Tom Wright, su silueta de vela lo convirtió en un emblema de la modernidad emiratí desde su inauguración en 1999.
Su slogan “Stay different” refleja una visión clara: convertir la hospitalidad en una experiencia sensorial inigualable. La misión de la marca es “crear memorias eternas a través del servicio personalizado más lujoso del mundo”. Su filosofía combina la hospitalidad árabe con un estándar internacional sin precedentes.
Las suites dúplex, con un mínimo de 170 m², incluyen mayordomo privado 24/7, camas giratorias, baños de mármol con jacuzzi, y ventanales de piso a techo con vistas al Golfo Pérsico. El precio por noche oscila entre USD 1,500 y 25,000, dependiendo de la categoría, destacando la Royal Suite, con comedor para 12 personas y un ascensor privado.
La infraestructura integra mármol de Carrara, 24.000 m² de hojas de oro de 24 quilates y una terraza flotante con piscina infinita sobre el mar. En cuanto a gastronomía, ofrece restaurantes de clase mundial como Al Mahara, que envuelve a los comensales en un acuario cilíndrico, y Al Muntaha, suspendido a 200 metros de altura.
El código de vestimenta es formal elegante, especialmente en sus restaurantes y lobby. La accesibilidad incluye traslados en Rolls-Royce, helicóptero privado y servicios adaptados para huéspedes con movilidad reducida.
Ha recibido premios como “Hotel más lujoso del mundo” (World Travel Awards) y es frecuentado por celebridades, jeques y líderes mundiales. Los comentarios de usuarios lo describen como “el lugar donde la realidad supera a cualquier sueño de lujo”.
Razones para visitarlo: vivir en un espacio que materializa la extravagancia árabe, experimentar un servicio de hospitalidad sin comparación y ser parte de un ícono global.
Fuente: Sebastián Palacín