Embriagados de soberbia y poder, por Jefrey Buenaventura

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(Aeronoticias).- Marchas en contra de la postulación de su candidata a la presidencia, antipatía en la opinión pública incluso de aquellos que en algún momento simpatizaron por dicho partido político, “contra-campañas” en sus diversas expresiones dando lugar al rechazo y teniendo como desenlace final dos derrotas consecutivas en las elecciones presidenciales, y a pesar de todo, ¿no saben manejar el poder que les fue asignado, al menos, en el Parlamento?

Hace un par de días, los peruanos fuimos testigos de la interpelación al ministro de Educación, Jaime Saavedra, llevada a cabo en el pleno del Congreso por dos acusaciones de relevancia: Las compras irregulares realizadas por personas con cargo en el Ministerio de Educación y por el retraso de la ejecución del presupuesto asignado a los Juegos Panamericanos.

Sin embargo y como era de esperarse, en la medida que avanzaban las denuncias y cuestionamientos por los presuntos actos de corrupción dentro de la institución, expresiones vituperantes tomaron lugar en la sesión del pleno por parte de la bancada naranja y por miembros del partido aprista, curiosamente, son aquellos partidos ya conocidos que tienen las intenciones de hacer retroceder la reforma educativa que tanto necesita el país.

Actitudes confrontacionales que desplazaban a un segundo plano importantes logros como los resultados de la prueba Pisa que colocan a nuestro país como uno de los que mejor avanza en el desarrollo de la educación de toda la región, o los pasos alcanzados con la nueva Ley Universitaria que ha puesto en jaque los intereses de aquellos que buscan lucrar con la educación privada. Menos aún frente a una censura que no tiene la justificación mínima respecto a lo expresado por Saavedra en sus declaraciones a favor de la reforma educativa, tanto en el marco estatal como en el privado a nivel nacional.

El fujimorismo dejó de ser la “bisagra política” que permitía trabajar al gobierno para pasar ahora a imponerse de cara ante el Ejecutivo, un poder que si no demuestra autonomía y liderazgo puede terminar sometido y acorralado.

¿Qué nos puede decir el parlamentario Galarreta acerca de los psicosociales creados durante el régimen fujimorista? ¿Con qué moral nos habla la diputada Cecilia Chacón de lucha contra la corrupción? ¿Con qué moral nos puede hablar el congresista Becerril de cultura si pretende traerse abajo la actual reforma educativa?

La censura a Saavedra es una muestra más, no de liderazgo sino de abuso de autoridad política frente a los intereses de todo un país que busca el tan ansiado progreso y desarrollo.

Keiko Fujimori hace mal en aplaudir tales acciones porque solo refleja que su partido legisla por una bancada y no por el avance en la reforma de un país. Le interesa más la actitud de una bancada imponente, fuerte y acusadora. Una bancada embriagada de soberbia y poder, actitud que la llevó a dos derrotas consecutivas y que pese a dicha experiencia, no comprende que jugar a la oposición sin razones ni motivos sólidos la puede llevar a la disolución de su partido y en consecuencia a un tercer fracaso de su carrera electoral.

Los jóvenes queremos reformas educativas y sí, también queremos la censura pero de los intereses subalternos y personales. Jóvenes, el llamado está hecho.

 

 

– Fotografía referencial

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