(Aeronoticias):
La artista colombiana Karol G escogió el Amanera, uno de los resorts más exclusivos del Caribe, para una escapada privada tras finalizar su gira internacional. Situado en la costa norte de la República Dominicana, sobre los acantilados de Playa Grande, el Amanera pertenece a la cadena de ultralujo Aman Resorts, reconocida mundialmente por su filosofía de diseño minimalista y su enfoque en la naturaleza.
Fuentes locales confirmaron que la cantante se alojó en una de las Casas Ocean View Pool, valoradas en más de US$3,500 por noche, con piscina infinita privada y vistas directas al mar Atlántico. Cada villa fue diseñada por el arquitecto británico John Heah, combinando líneas puras, piedra caliza dominicana y techos flotantes de madera, sin barreras visuales entre el interior y el paisaje.
Karol G compartió discretamente algunas imágenes en sus historias de Instagram, mostrando amaneceres sobre el mar y paseos entre jardines tropicales. Una de las publicaciones más comentadas la mostraba meditando frente al horizonte con el mensaje: “Recargar, respirar y agradecer”. Su estancia coincidió con una pausa en su calendario antes de su participación en los Latin Grammy, y se interpretó como un retiro personal de descanso y reconexión.
El Amanera es conocido por su concepto de serenidad total: no hay música ambiental, los espacios comunes están diseñados para el silencio y la privacidad, y cada huésped cuenta con un “Aman Host” personal en lugar de un mayordomo tradicional. El resort ofrece además experiencias exclusivas como cenas frente al acantilado, tratamientos de spa con ingredientes locales y clases de yoga con vista al océano.
La elección de Karol G se alinea con una tendencia creciente entre las celebridades latinoamericanas hacia los destinos eco-lujo, donde el bienestar y la sostenibilidad tienen el mismo protagonismo que el confort. Con su visita, la artista también reforzó la visibilidad internacional del turismo dominicano de alta gama, un sector que ha crecido de forma notable en los últimos cinco años.
Fuente: Sebastián Palacín



