(Aeronoticias): Llegué al conocido Choy Tac con la expectativa de saborear un buen chijaukai y un arroz chaufa bien sazonado. Sin embargo, mi última visita fue una decepción total. El plato llegó recalentado, con el pollo seco y la salsa sin ese toque jugoso que lo hacía sobresalir. El arroz, por su parte, estaba insípido, casi sin sal ni sabor, como si lo hubieran pasado por agua.
No estoy sola en esta percepción. Un comentario reciente en TikTok lo señalaba claro:
“El peor Chifa es el Choy Tac de Benavides! Ya no es ni la sombra de lo que era!”
Y si bien en TripAdvisor todavía hay reseñas favorables (“buena comida, porciones generosas”), también hay advertencias:
“Yo fui una vez y no regresé, los insumos me dieron alergia (deben ser muy baratos)”
Todo indica que algo cambió en la cocina. La frescura de antes ha desaparecido. Esa sutileza del chijaukai, con pollo tierno y salsa hoisin bien equilibrada, hoy da paso a pedazos duros y pastosos por el recalentado. Y el arroz, uno de los principales indicadores de calidad en un chifa, ahora parece un relleno mal aderezado.
Lo más frustrante es que Choy Tac se ha convertido en un refugio económico para muchos: precios accesibles y raciones abundantes. Sin embargo, si la calidad baja, esas ventajas pierden valor. Un chifa puede ser barato, pero no debe ser barato en sabor.
Creo que Choy Tac tiene que revisar lo básico: servir siempre fresco, no recalentado, cuidar los tiempos entre cocina y mesa, y garantizar que el arroz conserve ese punto sabroso que lo caracteriza. Si no, va a perder no solo clientes exigentes, sino también a los fieles que venían por confianza y sabor.
Tengo esperanza de que mejore, porque es un clásico en la zona. Pero, por ahora, esta última experiencia me dejó con la sensación de que han tirado por la borda buena parte de lo que los hizo célebres.
Fuente: Sebastian Palacin.