Por Sebastian Palacin – Idiosincrasia de Haití: Orgullo Rebelde, Fe Sincrética y Dignidad en la Adversidad

Entre la devastación, el hambre, los ciclones y las balas, el pueblo haitiano sigue cantando, sigue cocinando, sigue creyendo. Porque en Haití, resistir es parte de vivir, y vivir es una forma de arte.

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(Aeronoticias): Haití no es solo el país más pobre del hemisferio occidental: es también el primero en liberarse del colonialismo mediante una revolución de esclavos, y el único en fundarse sobre ese acto radical de emancipación. Su idiosincrasia nace de la lucha, el sincretismo religioso, la oralidad intensa y una memoria colectiva de resistencia que sigue latiendo, a pesar del abandono internacional.

1. Cultura y Sociedad: Comunidad Fuerte, Oralidad Encendida y Vudú como Identidad

La cultura haitiana está profundamente ligada a la oralidad, la familia extensa y el espíritu comunitario. En zonas rurales y barrios populares, las decisiones importantes se consultan en grupo, y la solidaridad entre vecinos es más confiable que el Estado.

El vudú haitiano, una religión sincrética que mezcla creencias africanas, catolicismo y cosmología ancestral, es practicado con orgullo y temor. Está presente en los rituales cotidianos, la música, la medicina, los sueños, las fiestas y la forma de entender el mundo.

El idioma oficial es el francés, pero el idioma real del pueblo es el creole haitiano, lengua viva, emocional y profundamente poética.

2. Política: Inestabilidad, Intervención y Poder Fragmentado

Haití es formalmente una república democrática, pero la política ha estado marcada por golpes de Estado, dictaduras, magnicidios, y una intervención extranjera casi constante.

Desde la caída de Duvalier (1986) hasta el asesinato del presidente Jovenel Moïse (2021), el país ha vivido crisis institucionales cíclicas. Actualmente, enfrenta vacíos de poder, violencia de pandillas, desconfianza en las élites y una ciudadanía desesperanzada, pero no rendida.

El aparato estatal es frágil, pero la organización comunitaria, las iglesias y los artistas siguen sosteniendo el tejido social.

3. Economía: Subdesarrollo, Remesas y Creatividad Popular

La economía haitiana se sostiene a duras penas por:

  • Remesas del exterior (especialmente desde EE. UU., Canadá y República Dominicana)
  • Agricultura de subsistencia
  • Economía informal y mercados callejeros
  • Cooperación internacional (ayuda, ONG)
  • Artesanía, pintura, música y exportaciones culturales

El desempleo es crónico, pero la creatividad del pueblo haitiano permite que todo se transforme en posibilidad: botellas en ladrillos, bicicletas en altavoces, ropa usada en economía.

4. Gastronomía: Sabor Intenso, Comunalidad y Herencia Africana

La comida haitiana es una mezcla de tradición africana, francesa, taína y criolla. Es picante, aromática y se sirve en generosas porciones comunitarias.

Platos característicos:

  • Griot: Cerdo marinado y frito, acompañado de plátanos y pikliz (encurtido picante).
  • Diri ak pwa: Arroz con frijoles, base cotidiana.
  • Soup joumou: Sopa de calabaza con carne y fideos, símbolo de la independencia.
  • Tassot: Carne seca y frita, normalmente de cabra.
  • Marinad: Buñuelos de harina con especias.

Comer es también recordar. Cada plato tiene historia y es símbolo de dignidad.

5. Publicidad y Medios: Resistencia Creativa y Voz Popular

La publicidad formal es escasa fuera de las ciudades. Pero la comunicación popular —en creole, con imágenes vibrantes, música y performance— está viva en:

  • Murales de protesta
  • Canciones de denuncia
  • Grafitis políticos
  • Teatro callejero y medios comunitarios

La radio es el medio dominante, mientras que las redes sociales han dado paso a una nueva generación de activistas, poetas urbanos y comediantes que convierten la rabia en arte.

6. Conclusión

Haití es un país que ha sido traicionado por la historia, pero nunca por su propia gente. Su idiosincrasia es fuego, es tambor, es un grito que no se apaga.

Entre la devastación, el hambre, los ciclones y las balas, el pueblo haitiano sigue cantando, sigue cocinando, sigue creyendo. Porque en Haití, resistir es parte de vivir, y vivir es una forma de arte.

Fuente: Sebastian Palacin.